ABORDAJE PSÍQUICO EN EL CÁNCER

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ABORDAJE PSÍQUICO EN EL CÁNCER

¿Cómo llega el psicoanálisis a investigar el cáncer?

Llega porque hay cánceres que retornan, hay cánceres que se expresan y después dejan de expresarse, se curan solos, por decirlo de alguna manera. Algunas cosas que se le presentan a la Medicina sin respuestas, al psicoanálisis se le presentan con bastante claridad, ya que sabemos que los procesos inconscientes sobredeterminan todo lo que acontece en la vida del sujeto. Las metástasis y recidivas que ocurren en un alto porcentaje de los pacientes con cáncer y son responsables, en gran parte, de una mala evolución, no se explican exclusivamente por un fracaso del tratamiento médico/quirúrgico, hay un más allá.

No ha sido el Psicoanálisis el primero que ha relacionado el cáncer con la salud mental. Hipócrates hablaba de la asociación entre las personalidades melancólicas y el cáncer. Galeno, en la misma línea, pensaba que las mujeres melancólicas eran más vulnerables al cáncer que las mujeres de temperamento sanguíneo. La Rochefoucault, filósofo francés, en el siglo XVII ya dijo que al examinar la naturaleza de las enfermedades se verá que tienen su origen en las pasiones y las penas de ánimo.

Vea el vídeo donde hablamos de este tema.

 

Bajo una mirada psicoanalítica, ¿qué explicación etiológica se puede dar al cáncer?

Bueno, los investigadores desde hace mucho tiempo, cuando nombramos a Hipócrates, Galeno, desde hace tiempo que plantearon una relación entre la salud mental y el desarrollo del cáncer en una persona. En concreto se habla de la depresión o melancolía como el cuadro psíquico que está en relación con el cáncer.

Algunos, durante un tiempo, han mantenido la idea de que la depresión es posterior al diagnóstico del cáncer. Pero la investigación de los procesos inconscientes y los datos obtenidos en numerosos estudios hablan de una depresión previa que ha favorecido la inmunodepresión, es decir, que nuestro sistema inmune no se defienda como se tiene que defender.

El sistema inmunológico es un complejo sistema formado por diversas estructuras y células dispersas por todo el organismo, su función principal consiste en protegernos de sustancias extrañas potencialmente dañinas, pero también contra células del propio organismo que no crecen como deberían crecer  o no mueren como deberían morir, el sistema inmune trabaja para protegernos frente a la enfermedad. En los pacientes de cáncer su sistema inmunitario, que tendría que haberlo protegido, no cumplió adecuadamente su función.

Todos estamos compuestos de billones de células que a través del transcurso de nuestras vidas crecen y se reproducen. Cuando una célula presenta alguna anomalía o ha envejecido, por lo general muere. El cáncer surge cuando algo sale mal en este proceso, ocasionando que las células anormales se reproduzcan y las células viejas no mueran como deberían. A medida las células cancerosas se reproducen de forma descontrolada, eventualmente pueden superar en número a las células sanas, esto hace que al cuerpo le resulte difícil funcionar de la manera que debería hacerlo.

Para expresar la interacción psiquis-sistema inmune, el psicólogo Robert Ader acuñó el término Psiconeuroinmunología a finales de la década del 70. La afectación del sistema inmune ha favorecido y acelerado el crecimiento tumoral así como avance de la enfermedad neoplásica en general, con producción de metástasis, recidivas, etc. El papel del psicoanálisis es fundamental.

¿Detección precoz?

Bueno, las enfermedades no están antes de que se desarrollen, el psicoanálisis nos ha enseñado que hay que considerar las cosas una vez que estas sucedes, en el presente no podemos determinar lo que va a pasar, desde un hecho acontecido sí podemos saber qué hechos pasados participaron en su producción.

El deprimido no dice: “Estoy deprimido”. Las manifestaciones clínicas tardan en llegar, el proceso transcurre de forma inconsciente para el sujeto, son signos indirectos los que nos hacen reconocer que una persona está deprimida, o bien, todo se destapa con el descubrimiento de la enfermedad orgánica.

La depresión se caracteriza psíquicamente, entre otras cosas, por la inhibición de todas las funciones (anorexia, insomnio…), desaparece el interés y la satisfacción por actividades que antes le resultaban placenteras. Esta disminución de las funciones parece extenderse a la función de vigilancia del sistema inmune.  El fallo de la inmunovigilancia, es condición necesaria pero no suficiente para la producción del cáncer. Además de un sistema inmune deprimido, hay una célula mutada, y en la mutación celular intervienen también otros factores psíquicos y físicos.

Gracias a las investigaciones psicoanalíticas sabemos que la problemática principal que se juega en la melancolía es que el sujeto pierde la capacidad de sustitución, no puede sustituir a la persona amada o al ideal perdido por otro. Hay rigidez, no puede poner su interés, su energía libidinal, en otro objeto, otro ideal.

¿Cómo se relaciona el cáncer con la concentración de la libido y el apetito sexual?

Si el cáncer y la depresión están relacionadas, como estamos viendo, al punto de que la depresión, una depresión no tratada durante años puede dar lugar al desarrollo de las células mutadas por inacción del sistema inmune, podemos decir que una persona deprimida tiene una dificultad para la sustitución de lo perdido por algo nuevo, es decir, su libido está pegoteada a ciertos ideales, ciertos objetos de los que no puede despegarse, no puede sustituir. Su energía está devorada por la pasión puesta en el objeto perdido que ahora se ha introyectado en el yo, el objeto no está más fuera. Tal vez esto tenga que ver con la pregunta, el deprimido se ama a sí mismo, se odia a sí mismo, es una neurosis narcisista.

¿Se puede dejar de tener cáncer?

Miren, la Medicina no tiene una concepción del sujeto, tiene una concepción de los procesos bioquímimos, de la anatomía, de equilibrios energéticos. El psicoanálisis enseña a los médicos a hacer una mejor Medicina, primero hay que escuchar al paciente, hay que producir al paciente para luego poder tratarlo, ellos médicamentee, nosotros psicoanalíticameente. No cualquier sujeto se enferma ni es cualquier órgano el que se enferma, cuando estudiamos la historia de deseos del paciente, vemos que el órgano en cuestión está inscrito en su historia de deseos.  En cualquier individuo, las enfermedades en cada momento tienen sus significados, afectan al enfermo y a las personas que rodean al enfermo, “usa la enfermedad”.  

Si no incorporamos en el tratamiento del cáncer el tratamiento psíquico de ese estado patológico previo se acaban haciendo tratamientos en serie. Es un error. Los pacientes no se curan así. Como decía en sus trabajos el Dr. José Schavelzon, la cirugía puede ser perfecta y extirpar por completo el tumor, pero no alcanza para asegurar o no la supervivencia del paciente, hay pacientes que sobreviven y pacientes que no, depende de otros factores. Él abandonó la cirugía oncológica para dedicarse al psicoanálisis. También dijo que “El cáncer es un tejido maligno. Por lo tanto, si ha sido poseído, ¿cómo tienen que ser los tratamientos? Tienen que ser exorcismos.”

¿La enfermedad es como un castigo, por qué llega a ese extremo?

La culpa en el deprimido tiene que ver con el deseo hostil hacia el ideal u objeto perdido que quiere asesinar. Es decir, aquello que el Dr. Enrique Pichón Riviere hizo decir a los que atendían el servicio de atención al suicida: ¿A quién quiere matar?. No es que el paciente con cáncer se quiera morir o que el suicida quiera acabar con su vida, lo que hemos descubierto es que el ataque es hacia el ideal o objeto perdido que ha quedado alojado en el Yo a través del proceso de identificación. Es un impulso hostil que se dirige al propio Yo de esta manera. Dejo que algo ajeno crezca en mí, pero para vengarme, para descargar la hostilidad que ha generado la decepción, la pérdida. En la depresión se producen infinitos combates en los que el odio y el amor luchan entre sí, el primero para desligar la libido del objeto y, el segundo, para evitar que se desligue.

 Si consideramos que uno, de alguna forma, ha intervenido en su proceso de enfermar, también uno tiene que intervenir en su curación, tiene que modificar aquello que le ha llevado a este límite.

Los síntomas representan un sustitutivo de tendencias que toman su fuerza de las fuentes de la pulsión. Entre el apremio de la pulsión y la resistencia de la repulsa sexual surge la enfermedad, que no resuelve el conflicto, sino que intenta eludirlo por la transformación de las ideas libidinosas en síntomas. La enfermedad orgánica es una salida a la depresión aunque no es la única vía posible. Lo psíquico determina lo somático. Todo en el hombre está tocado por la palabra. No podemos decir que los humanos tenemos instintos, el cuerpo biológico se complementa con el cuerpo pulsional, cuerpo pulsional, hecho de palabras. Al establecerse el super-yo, considerables proporciones del instinto de agresión son fijadas en el interior del yo y actúan allí en forma autodestructiva, siendo éste uno de los peligros para la salud a que el hombre se halla expuesto en su camino hacia el desarrollo cultural. Eros, la pulsión de vida, es ruidosa, se hace notar. Pero Thanatos, la pulsión de muerte, es muda, cuando sabemos de ella es demasiado tarde. La vida transcurre en el interjuego de esas dos pulsiones, cuando una de ellas tironea más hay desajuste, hay peligro de vida. Lo pulsional tiende a la repetición sin tener en cuenta la realidad, es una fuerza constante. El principal recurso para dominar esta compulsión de repetición reside en el manejo de la transferencia.

Una parte de la autodestrucción subsiste permanentemente en el interior, hasta que concluye por matar al individuo, quizá sólo una vez que su libido se haya consumido o se haya fijado en alguna forma desventajosa. Así, en términos generales, cabe aceptar que el individuo muere por sus conflictos internos. La depresión tiene que ver con esa rigidez de la libido. El mecanismo fundamental para la producción de salud es LA SUSTITUCIÓN. Lo primero que se debe sustituir es la familia. Porque uno no nació para vivir con la familia, nació para crecer y formar una familia, sustituir unos amores por otros amores, unas ideas por otras. La sustitución tiene que acontecer permanentemente. Si no puedo sustituir tampoco puedo la sublimación, y la sublimación es poder transformar el amor en hechos sociales. No fue Freud el que inventó la sustitución, él la describió científicamente como un elemento necesario en la producción de salud.

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