Balance del 2020

Balance del 2020

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Este año 2020 que acaba ha sido un año de desórdenes, nuestra vida ha sido modificada fuertemente por las medidas adoptadas ante el covid-19, ese virus que llegó para poner en jaque aquello que llamábamos “normalidad”.

Unos hablan de conspiración, nuevo orden mundial, dominio de los ciudadanos, gran mentira, reorganización geopolítica… Otros han tenido que reconocer que su propia vida está mediatizada por poderes que no controla y que son utilizados para fines que desconoce. El psicoanálisis ya había descrito que la propia vida psíquica está sometida a lo inconsciente, que domina nuestra vida y utiliza nuestras acciones para expresar intenciones que nuestra conciencia desconoce.

A pesar de los meses confinados, la readaptación de las actividades laborales y escolares, los enfermos, los fallecidos, la desesperación de los profesionales sanitarios, las peleas entre políticos, las prometidas vacunas… la lectura que deberemos hacer de este 2020 es positiva: Estamos vivos.

Nada nuevo del hombre hemos descubierto. Es capaz del bien y es capaz del mal. Toma medidas justas y medidas injustas. Está lleno de contradicciones y, aún teniendo soluciones, mantiene acciones erróneas, sigue buscando nuevos ideales, pero haciendo un pequeño autoanálisis, este año seguro nos ha servido para darnos cuenta de lo importante que son los demás en nuestra vida. Cómo necesitamos las conversaciones, los abrazos, los besos, la ilusión de los amores. Cuando nos faltan los imaginamos, los soñamos, no es posible la vida sin otros y esa tranquilidad que la soledad nos sugiere la reconocemos como una trampa, ella alarga los días, nos vuelve extraño aquello que tanta vida nos daba, también tanta pelea. Las relaciones sociales son el escenario en el que transcurre nuestra vida, si nos privan de ellas, si me alejo, voy a la cárcel que de las propias ideas no compartidas, lo que Freud llamó fantasía y esa es la huida que usa la neurosis para enfermarnos.

Como te necesito, no puedo quedarme callado si existe la injusticia, ni quieto si mi hogar se desmorona. Como te necesito te pido ayuda, te la presto, te cuento, colaboramos, el mundo se engrandece, se hace más bello cuando estamos juntos, aunque sea por videoconferencia, aunque haga teletrabajo o mis hijos vean a sus profesores y compañeros de clase a través de una pantalla. Tras la máscara veo tus ojos, confiar en que estás ahí acelera el final de la pandemia, aunque todavía no pueda tocarte, soñamos con un jardín abierto para todos.

Ahora la salud es mucho más que no estar enfermo, hay que mirarse adentro para ver cómo funciona nuestro sistema inmunológico, nuestra digestión, qué comemos, cómo nos movemos. Este mundo consumista y hedónico nos ha mostrado sus peligros. Tenemos que conocer qué necesita nuestro cuerpo para acompañarnos en buenas condiciones. Tenemos que dárselo. La medicina tradicional no es suficiente, la salud nos implica a todos a tener que cuidarla y a cambiar ciertos hábitos de nuestra vida que parecían inamovibles.

Con un cuerpo más sano nos falta nuestra mente, sin salud mental todo se magnifica, uno se queda impotente, acabamos creyendo en los sentimientos y son mala guía para la vida. Ahora más que nunca hay que dejarse acompañar por los que saben escuchar los procesos de nuestra mente para alejarnos de los peligros que nos acucian: la ingesta de medicamentos, el abuso de drogas, el consumo de pornografía y masturbación, el descuido de la sociabilidad, la desgana, el capricho, el aislamiento, el aburrimiento, la soledad.

En 2020 muchos amamos más que nunca, trabajamos más que nunca, aprendimos más que solo no se puede, que la riqueza está en las relaciones sociales y que el dinero es muy importante en las sociedades actuales, pero sin salud, sin amor, sin trabajo, el dinero no sirve para la felicidad. Por eso este balance de todos estos días que estuvimos sentados trabajando, estudiando, aprendiendo, hablando, extrañando ciertas libertades, pero sobretodo, recuperando valores que el capitalismo nos había hecho olvidar: si te postran diez veces, te levantas, otras diez, otras diez, otras quinientas, no han de ser tus caídas tan violentas, ni tampoco por ley han de ser tantas.

APRENDAMOS A LEVANTARNOS TRAS LAS CAÍDAS. DEJÉMONOS GUIAR POR LOS VALORES HUMANOS Y LOS PROGRESOS DE LA CIENCIA. DESECHEMOS LA OPINIÓN Y LA DESIDIA. LA FELICIDAD SÓLO PUEDE HALLARSE EN EL CAMINO DEL TRABAJO.

FELICES FIESTAS Y UN 2021 PRÓSPERO EN AMORES Y TRABAJO.

Helena Trujillo Luque

17 de Diciembre de 2020

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