¿Cómo funciona nuestro aparato psíquico?

By: admin
Categories:
¿Cómo funciona nuestro aparato psíquico?
Nos interesa investigar la relación de la persona normal y del neurótico con la realidad.
Toda neurosis tiene la consecuencia de apartar al enfermo de la vida real. El neurótico se aparta de la realidad — o de un fragmento de la misma— porque se le hace intolerable.
PROCESO PRIMARIO
En la Interpretación de los sueños vemos que los procesos anímicos inconscientes actúan conforme al proceso primario y son residuos de una fase evolutiva en la que eran únicos. Estos procesos obedecen al principio del placer. Tienden a la consecución de placer, es decir, evitar el displacer que en el aparato psíquico produce la acumulación de excitación. La actividad psíquica se retrae de aquellos actos susceptibles de engendrar displacer y lo hace a través de la represión.
Nuestros sueños y la tendencia general a sustraernos a las impresiones penosas son residuos del régimen de este principio. El estado de reposo psíquico es perturbado al principio por las exigencias imperiosas de las necesidades internas.
En estos casos, lo pensado (lo deseado) queda simplemente representado en una alucinación, como sucede con nuestras ideas oníricas. El estado de reposo reproduce este aspecto de la vida anímica que no tiene en cuenta la realidad y se deja llevar por el deseo (deseo de dormir).
AUSENCIA DE SATISFACCIÓN
El niño de pecho alucina el cumplimiento de sus necesidades internas, delata su displacer ante el incremento del estímulo, con la descarga motora de llanto y el pataleo, y experimenta en ello la satisfacción alucinatoria. Más tarde aprende ya a usar intencionadamente, como medio de expresión, estas manifestaciones de descarga.
La decepción ante la ausencia de la satisfacción esperada motivó el abandono de esta tentativa de satisfacción por medio de alucinaciones, y para sustituirla tuvo que decidirse el aparato psíquico a representar las circunstancias reales del mundo exterior y tender a su modificación real. Queda introducido el proceso secundario.
No se representa ya lo agradable, sino lo real, aunque fuese desagradable. En el Proyecto de una Psicología (1895) dice Freud que la indefensión original del ser humano se convierte así en la fuente primordial de todas las motivaciones morales. Nuestra dependencia de otros para sobrevivir nos lleva en el camino de este complejo desarrollo.
- PROCESO PRIMARIO: aparece primero, tiene que ver con el sistema inconsciente. La energía fluye libremente de una representación a otra, favorece el desplazamiento o la condensación. Busca la satisfacción inmediata, está regido por el principio del placer. Busca la identidad de percepción.
- PROCESO SECUNDARIO: aparece después, tiene que ver con el sistema preconsciente/consciente. La energía está ligada a las representaciones, palabras. No busca la satisfacción inmediata, aplaza la satisfacción. Busca la identidad de pensamiento.
PRINCIPIO DE REALIDAD
La introducción del principio de la realidad trae consigo consecuencias importantísimas.
Una vez que se desarrolla nuestro aparato anímico bajo el dominio del proceso secundario, va a evitar que ciertas representaciones inconscientes reprimidas accedan a la conciencia porque generan displacer. Su función va a ser coartarlo o decirle bajo qué modo se pueden expresar.

El dominio del principio del placer no termina del todo hasta el momento en que el sujeto se desliga por completo, psíquicamente, de sus padres.
Principio de realidad: En el Proyecto de una psicología Freud nos habla de la necesidad de un criterio a partir del cual podrá diferenciar realidad exterior de realidad psíquica, percepción de alucinación. Esta actividad ya corresponde al segundo sistema, proceso secundario, al preconsciente y evita el gasto innecesario del aparato. En la experiencia de satisfacción hay una tendencia a provocarla alucinatoriamente, buscar la imagen de percepción, pero eso no calma la excitación, el objeto que calma la necesidad no está, por tanto, persiste el displacer.
Experiencia de dolor: es la contrapartida de la experiencia de satisfacción primaria, hay una tendencia a evitar el recuerdo, porque eso generaría displacer. Habla Freud de una contracarga que mantiene inhibido el recuerdo doloroso. Esta contracarga es la REPRESIÓN, es un mecanismo protector del aparato, su función es evitar el displacer. La carga del segundo sistema sirve para evitar el displacer. La diferencia entre esta experiencia de dolor y la de satisfacción es que en aquélla no habrá tendencia a provocar alucinatoriamente el recuerdo, sino a evitarlo. Esto sería el modelo que nos va a permitir hablar de represión psíquica.
En El Malestar en la cultura dice Freud: Un estímulo para la aceptación de un «afuera», de un mundo exterior, lo dan las frecuentes, múltiples e inevitables sensaciones de dolor y displacer que el aún omnipotente principio del placer induce a abolir y a evitar. Surge así la tendencia a disociar del yo cuanto pueda convertirse en fuente de displacer, a expulsarlo de sí, a formar un yo puramente hedónico, un yo placiente, enfrentado con un no-yo, con un «afuera» ajeno y amenazante.
El hombre aprende, mediante la orientación intencionada de los sentidos y la actividad muscular adecuada, a discernir lo interior (perteneciente al yo) de lo exterior (originado por el mundo), dando así el primer paso hacia la entronización del principio de realidad, principio que habrá de dominar toda la evolución posterior.
El yo se defiende de ciertos estímulos displacientes provenientes del interior como si fueran del exterior, esto se convierte en origen de importantes trastornos patológicos.
La mayor importancia adquirida por la realidad externa eleva también la de los órganos sensoriales vueltos hacia el mundo exterior y la de la conciencia, que va a considerar los elementos con determinadas cualidades sensoriales, no sólo en relación al placer y displacer. Se constituye la atención que tiene como misión tantear periódicamente el mundo exterior, para que los datos del mismo fueran previamente conocidos en el momento de surgir una necesidad interna inaplazable. Esta actividad sale al encuentro de las impresiones sensoriales en lugar de esperar su aparición. Se establece también la memoria, un sistema encargado de anotar los resultados de esta actividad periódica de la conciencia. Surge el discernimiento en lugar de la represión. El discernimiento decide si una representación determinada es verdadera o falsa, esto es, si se halla o no de acuerdo con la realidad, y que lo decide por medio de su comparación con las huellas mnémicas de la realidad.
La descarga motora, ahora va encaminada a la realidad y se transforma en acción. Se aplaza a través del proceso de pensamiento. Esta nueva instancia queda adornada con cualidades que permiten al aparato anímico soportar el incremento de la tensión de los estímulos durante el aplazamiento de la descarga. El pensamiento es en un principio, inconsciente, sólo con su enlace a los restos verbales recibe cualidades psíquicas para ser percibido por la conciencia.
La tenaz adherencia a las fuentes de placer disponibles y la dificultad de renunciar a ellas parecen constituir una tendencia general de nuestro aparato anímico, tendencia que podríamos atribuir al principio económico del ahorro de energías.
Con la instauración del principio de la realidad queda disociado el fantasear de la confrontación con la realidad y sometido exclusivamente al principio del placer. Ya se inicia en los juegos infantiles, para continuarse posteriormente como sueños diurnos abandonando la dependencia de los objetos reales.
La sustitución del principio del placer por el principio de la realidad no se desarrolla de una vez.
La sustitución del principio del placer por el principio de la realidad no se desarrolla de una vez, mientras las pulsiones del yo van sufriendo esta evolución, se separan de ellos las pulsiones sexuales. Estas observan al principio una conducta autoerótica, encuentran su satisfacción en el cuerpo mismo del sujeto, y de este modo no llegan nunca a sufrir la privación impuesta por la instauración del principio de la realidad. Cuando más tarde se inicia en ellas el proceso de la elección de objeto, no tarda en quedar interrumpido por el período de latencia, que retrasa hasta la pubertad el desarrollo sexual.
Estos dos factores, autoerotismo y período de latencia, provocan un estacionamiento del desarrollo psíquico de la pulsión sexual y la retienen aún por mucho tiempo bajo el dominio del principio del placer, al cual no logra sustraerse nunca en muchos individuos. A consecuencia de todo esto se establece una relación más estrecha entre la pulsión sexual y la fantasía, por un lado, y las pulsiones del yo y las actividades de la conciencia, por otro.
Las pulsiones sexuales están en más estrecha relación con la fantasía que las pulsiones del yo o de autoconservación.
La acción continuada del autoerotismo permite que la satisfacción en objetos sexuales imaginarios, más fácil y pronto, sea mantenida en sustitución de la satisfacción en objetos reales, más trabajosa y aplazada.
La represión consigue inhibir las representaciones in statu nascendi, antes que puedan ser advertidas por la conciencia, cuando su carga de energía psíquica pudiera provocar displacer. Éste es el punto débil de nuestra organización psíquica y puede ser utilizado para someter de nuevo al principio del placer procesos mentales devenidos racionales ya.
Uno de los elementos esenciales de la disposición psíquica a la neurosis es engendrado por el retraso en educar a la pulsión sexual en el respeto a la realidad y por las condiciones que han permitido tal retraso.
El YO sometido al Principio del placer no puede hacer más que desear, eludir el displacer. El YO regido por el Principio de Realidad tiende a lo útil y se asegura contra todo posible daño.
El Principio de Realidad trabaja para el Principio del Placer, supone un afianzamiento del mismo. Trabaja para asegurarse la satisfacción por caminos posibles y seguros. Se renuncia a un placer momentáneo, de consecuencias inseguras, pero tan sólo para alcanzar por el nuevo camino un placer ulterior y seguro.
La religión precisamente ha adoptado de esta aparente renuncia a la inmediatez de la satisfacción, imponiendo la renuncia absoluta al placer terrenal contra la promesa de una compensación en una vida futura. Pero no han conseguido derrocar el principio del placer El mejor medio para ello habrá de ser la ciencia, que ofrece también placer intelectual durante el trabajo y una ventaja práctica final.
La educación es un estímulo al vencimiento del principio del placer y a su sustitución por el principio de la realidad. Ayuda al desarrollo del Yo, ofrece una prima de atracción para conseguir este fin a través del cariño de los educadores y fracasa ante la seguridad del niño mimado de poseer incondicionalmente tal cariño y no poder perderlo en ningún modo.
El arte consigue conciliar ambos Principio del Placer y Principio de Realidad. El artista es un hombre que se aparta de la realidad, porque no se resigna a aceptar la renuncia a la satisfacción, y deja libres en su fantasía sus deseos eróticos y ambiciosos. Pero encuentra el camino de retorno desde este mundo imaginario a la realidad, constituyendo con la fantasía una especie de nueva realidad. Llega a ser el héroe para los demás o el amante que se desea ser. Los demás hombres entrañan igual insatisfacción ante la renuncia impuesta por la realidad.
Mientras se produce nuestro desarrollo sexual, el yo evoluciona desde el régimen del principio del placer al del principio de la realidad. Las pulsiones sexuales experimentan aquellas modificaciones que las conducen desde el autoerotismo primitivo, y a través de diversas fases intermedias, al amor objetal, en servicio de la función reproductora.
La elección de neurosis dependerá de la fase de la evolución del yo y de la libido en la que haya tenido efecto la inhibición del desarrollo. La producción de síntomas no se debe a ninguna ruina del aparato ni al establecimiento de nuevas disociaciones, debe explicarse dinámicamente, es el principio económico del aparato.
En los procesos inconscientes (reprimidos) la realidad mental queda equiparada a la realidad exterior, y el mero deseo, al suceso que lo cumple, conforme al dominio del principio del placer. Por esto resulta tan difícil distinguir las fantasías de los recuerdos conscientes.
Pero OJO estamos obligados a servirnos de la moneda en curso en el país que exploramos, o sea en nuestro caso, de la moneda neurótica. Lo que determina la producción de síntomas no tiene que ver con la realidad exterior.
