Depresión juvenil

Depresión juvenil

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Un problema grave si no le prestamos la suficiente atención.

La angustia, la tristeza, a veces el dolor, no son sino condimentos normales de toda vida interesante, de todo momento de creación, pero la tristeza, la angustia, el dolor llevan en ocasiones a la mutilación, a la enfermedad, a la muerte.

La depresión en adolescentes no es una debilidad o algo que se pueda superar con fuerza de voluntad, puede tener consecuencias graves. Lo que para el adulto es un bajón o una tontería, para el joven puede llevarle al suicidio.

Cuando somos jóvenes sobredimensionamos ciertas situaciones vitales como la separación de los padres, una desilusión, la incomprensión de los compañeros de clase, la identidad sexual, la imposibilidad de desarrollar un sueño.

El estado deprimido puede desencadenarse, no sólo frente a la pérdida de una persona amada, de un ideal, también frente a la no coincidencia entre lo que quiero y lo que realmente sucede, incluso cuando estoy en desacuerdo con el comportamiento de la persona amada.

Habitualmente la depresión del adolescente muestra una incapacidad para desprenderse de la infantil relación con los padres y modificar la relación afectiva con los mismos. También coincide con un momento importante en su identidad sexual y una incapacidad para expresarse frente a los demás.

La depresión es una enfermedad dolorosa, donde prácticamente se pierde todo contacto con la realidad.

Signos de una posible depresión en la adolescencia

Los signos y síntomas de depresión en los adolescentes incluyen un cambio en la actitud y el comportamiento previos del adolescente que pueden provocar angustia y dificultades importantes en la escuela o el hogar, en actividades sociales o en otros aspectos de la vida.

  • Sentimientos de vacío y episodios de llanto
  • Falta de comunicación con otras personas
  • Frustración o sentimientos de ira, incluso por asuntos menores
  • Estado de ánimo irritable o molesto
  • Pérdida del interés o del placer en las actividades cotidianas
  • Pérdida de interés en estar con los familiares y amigos
  • Autoestima baja
  • Sentimientos de falta de valoración de sí mismo o culpa
  • Autocrítica excesiva
  • Dificultad para pensar y concentrarse
  • Dificultad para levantarse e ir a clase
  • Falta de aseo (muchos no se duchan)
  • Falta de ilusión o proyectos de futuro
  • Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio que la mayoría de las veces no se expresan a otras personas
  • Problemas con la identidad sexual
  • Autolesiones

Muchos padres desconocen o banalizan los problemas de sus hijos, “son tonterías”, “ya se le pasará”. Lo que para el adulto es fácil de superar, para el adolescente es un mundo y puede vivirlo con gran dolor y contrariedad y llegar al suicidio. No hay que subestimar los problemas de salud mental en los jóvenes.

Ellos necesitan ayuda para superar estas dificultades en su crecimiento y no bastan las buenas intenciones de los padres. La ayuda profesional es fundamental para abordar los aspectos inconscientes que están detrás de los procesos depresivos. Hay cosas que el joven no le contará nunca a los padres.

Estar deprimido no es estar triste

¿Cómo reconocerlo?

En la depresión se traban múltiples combates en la mente del joven, combates en los que el odio y el amor luchan entre sí; el odio para desligarse de lo que tiene que ser abandonado y el amor para evitar la pérdida.

Es abrumador darnos cuenta de que muchos padres no hablan con sus hijos. Conviven, pero no saben nada de ellos, cómo se sienten, qué les preocupa, qué les interesa. Su comunicación se limita a temas banales o es un interrogatorio, lo que evidentemente produce en el joven una actitud de recelo hacia su intimidad.

Como no los conocemos, ya no son niños, puede resultar difícil notar la diferencia entre los altibajos en el estado de ánimo que simplemente forman parte de la vida de los jóvenes y la depresión adolescente. Es importantísimo hablar con tus hijos y para ello es necesario tenerles y que te tengan confianza. Intenta acercarte a él, a ella, conocer sus necesidades, saber qué les inquieta, no juzgarles. Estás demasiado alejado/a de tu propia adolescencia y de los intereses e inquietudes típicos de esa edad. Limítate a escucharles. Observa si hay cambios importantes en su estilo de vida, si hay algo que ni el joven entiende de lo que le está pasando.

NECESITA HABLAR DE LO QUE LE PASA. LO ESTÁ PIDIENDO A GRITOS CON SU TRISTEZA, CON SU DESGANA. ¿ALGUIEN LE ESCUCHA?

La mejor forma de ayudarles es entendiendo que la adolescencia es un momento de cambios y zozobras y que, también, es un momento donde se manifiestan trastornos psíquicos latentes: anorexia, depresión, adicciones… que pueden tratarse mediante psicoanálisis con gran éxito, sin medicamentos y sin dejarle marcas de lo que tendría que considerarse como una crisis de crecimiento.

RECUERDA: SOLO NO SE PUEDE.

Si detectas una posible depresión en tu hijo o hija, contacta con un psicoanalista. Tus consejos y tus buenas intenciones ayudan a tu hijo, pero no le curan. Lo que le está pasando no depende de su voluntad, no es un capricho. La depresión tiene un origen psíquico inconsciente, el paciente no sabe por qué está deprimido, no sabe qué ha perdido, tampoco se reconoce como deprimido, pero apenas tiene ganas de nada, le faltan energías, ha perdido las ilusiones y, con el tiempo, si no se trata, puede llegar a desarrollar tentativas de suicidio.

La depresión es una enfermedad grave que lleva al suicidio.

No juzgues a tu hijo, no te metas con su forma de vivir. La persona deprimida es extremadamente sensible, ya se maltrata lo suficiente, necesita apoyo para salir de ese pozo. El psicoanalista le ayudará a poder superar esta crisis.

El psicoanalista escucha. Sabe lo que le está pasando, aunque no le diga nada. Su escucha ayuda al paciente a poder expresar lo que necesita poner en palabras y que nunca antes había podido manifestar.

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