EL INSOMNIO

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EL INSOMNIO
DÁMASO ALONSO, INSOMNIO
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este
nicho en que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los
perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando
como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la
ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole
por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta
ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente
en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?

Es porque habitamos el lenguaje que nada en el ser humano está fuera del sostén del deseo. Comer deja de ser una necesidad, también dormir e incluso morir.
Hablamos entonces del deseo de comer, del deseo de dormir, del deseo de morir, y por lo tanto cuando se trate de un trastorno será de un trastorno del deseo.
Nuestra relación con el sueño y el dormir puede verse alterada por múltiples factores. El gran descubrimiento de Freud es que el síntoma habla, que hay que saber escuchar lo que nos está manifestando y que el sujeto no ha podido poner en palabras.
El insomnio es un trastorno que consiste en la incapacidad para conciliar el sueño o permanecer dormido. Interfiere en su vida cotidiana. Este trastorno se manifiesta con una dificultad para iniciar el sueño, para mantenerlo o mediante un despertar final adelantado.
Vienen a consulta pacientes que padecen de insomnio y están recibiendo medicación desde hace años, sin obtener beneficio ni solución. Por el contrario, se quejan de que los fármacos que toman no les hacen ya efecto y no los pueden suspender por la aparición de diversos efectos indeseables.
VEA EL VÍDEO DONDE HABLO DEL INSOMNIO
Causas
- Causas primarias
Son aquellas que tienen que ver con una higiene del sueño adecuada o aspectos psicológicos.
Cambios fisiológicos: el envejecimiento produce cambios en el patrón del sueño. En las personas mayores es frecuente la reducción de las horas y la calidad del sueño y un aumento de la somnolencia diurna.
Estilo de vida: los cambios constantes de horario, bien por cuestiones laborales o por los viajes (jet-lag) provocan trastornos del ritmo circadiano.
Fármacos: entre los medicamentos y sustancias que pueden alterar el sueño.
- Causas secundarias
El insomnio en ocasiones se da a causa de una patología ya existente en el paciente o a factores de tipo ambiental.
Patologías físicas o psicológicas:
- Trastornos cardiovasculares: insuficiencia coronaria, insuficiencia ventricular izquierda y arritmias cardíacas.
- Trastornos pulmonares: enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma.
- Trastornos de la conducta alimentaria (TCA): anorexia nerviosa.
- Trastornos endocrinos: disfunción tiroidea.
- Trastornos neurológicos: cefaleas, enfermedad de Parkinson, lesiones en el tálamo, demencia, etcétera.
Factores ambientales: Las temperaturas extremas, los cambios de horarios o los viajes son factores que modifican el patrón de sueño y pueden causar insomnio.

Tipos
Transitorio: dura menos de tres semanas e intervienen numerosos factores, como los ambientales y relacionados con el estilo de vida, ciertas enfermedades y los fármacos con los que se tratan. Cerca del 90 por ciento de la población admite haber sufrido un episodio de insomnio a lo largo de su vida.
Crónico: supera las tres semanas de duración. Puede ser percibido como una patología que interfiere en la actividad diaria del enfermo con graves consecuencias físicas y psíquicas.
Según la Sociedad Española de Neurología entre un 20 y un 48% de la población adulta española sufre dificultad para iniciar o mantener el sueño, en al menos un 10% de los casos es debido a algún trastorno de sueño crónico y grave, una cifra que incluso podría ser mayor por el alto número de pacientes que no están diagnosticados.
Hay más de cien trastornos diferentes de sueño y de vigilia que se pueden agrupar en cuatro categorías principales, a saber:
- Problemas para conciliar el sueño y permanecer dormido (insomnio).
- Problemas para permanecer despierto (somnolencia diurna excesiva).
- Problemas para mantener un horario regular de sueño (problema con el ritmo del sueño).
- Comportamientos inusuales durante el sueño (conductas que interrumpen el sueño).
El insomnio es el trastorno de sueño más frecuente, seguido del síndrome de las piernas inquietas y del síndrome de apneas del sueño. La narcolepsia afecta a unas 25.000 personas en España.
¿Qué es tener una buena calidad de sueño? “Hay tres aspectos básicos para determinar si una persona tiene una buena calidad de sueño: la duración, la continuidad y la profundidad. Es decir, si el tiempo dedicado a dormir no es suficiente para sentirnos descansados al día siguiente, si hay interrupciones en nuestros ciclos de sueño, o nuestro sueño no es lo suficientemente profundo para considerarlo restaurado.
El sueño es un proceso fisiológico de vital importancia para la salud integral de los seres humanos, para la supervivencia del individuo y para el correcto funcionamiento del sistema nervioso. Si no conseguimos dormir bien se reduce la calidad de vida, aumenta el riesgo de hipertensión y, por tanto, de sufrir un accidente cerebrovascular, y se pueden agravar otras enfermedades que parezcamos. Pero además nuestras funciones cognitivas se ven afectadas: baja la concentración y la capacidad de atención, el tiempo de reacción aumenta, se pueden producir fallos de memoria, cambios bruscos de humor y alteraciones en el proceso de toma de decisiones, problemas de aprendizaje, etc. Por lo tanto, tener una buena calidad de sueño es fundamental.

Es una cuestión preocupante, más de cuatro millones de adultos españoles sufre de insomnio crónico.
La falta de sueño produce cansancio, fatiga, somnolencia, irritabilidad, perjudica la atención, merma la capacidad para resolver problemas. La privación de sueño está asociada a múltiples alteraciones de nuestra salud. Por ejemplo, se ha relacionado con la debilitación del sistema inmunitario, el aumento del riesgo de diabetes, incidentes cardiovasculares, sobrepeso y obesidad, varios tipos de cáncer y demencias como Alzheimer, entre otros.
Las mujeres, según las estadísticas, duermen peor que los hombres. Las personas mayores tienden a dormir menos y a despertarse muy pronto; los adolescentes, por el contrario, necesitan dormir más.
Un 9,7% de la población española entre 15 y 64 años (unos tres millones de personas) usó algún tipo de sedante (ansiolíticos o hipnóticos), en los últimos 30 días, según la encuesta sobre alcohol y otras drogas (Edades) del Ministerio de Sanidad hecha pública en enero de 2023: una tendencia al alza continua desde hace 18 años.
En adultos jóvenes y sanos, de entre 20 y 30 años, a los que se les reduce un 50% el periodo de sueño durante al menos varias semanas, se ha observado que se producen algunas alteraciones hormonales; en concreto, se alteran las catecolaminas –como la adrenalina y la noradrenalina, que son hormonas del estrés–, y como resultado de ello aumentan, y es posible que de seguir el experimento –que no es más que un modelo para una sociedad en la que se duerme poco, lo que quizá ocurra de una manera no tan dramática, pero mucho más larga en el tiempo–, y mantener el sistema catecolaminérgico elevado, se incrementara la propensión a la hipertensión arterial. También sabemos que el cortisol –otra hormona del estrés– aumenta, y esto interviene sobre la presión arterial pero, además, altos niveles de esta hormona pueden tener efectos neurotóxicos, y se especula en qué medida tener los niveles de cortisol elevados puede favorecer la aparición de deterioro cognitivo.
Las horas que no se duermen nos vuelven con el tiempo transformadas en enfermedades, nerviosismo, cansancio, recortes en la esperanza de vida, tristeza y agobio.
El diagnóstico del insomnio es clínico. El insomnio es un síntoma, “es como decir dolor o picor, y puede obedecer a muchas y variadas causas”. En el desarrollo del insomnio agudo influyen preocupaciones relevantes capaces de alterar o eliminar el sueño: pérdida de puesto laboral, diagnóstico de una grave enfermedad, acoso escolar, por ejemplo.
La falta de horarios regulares para acostarse o levantarse y los frecuentes cambios de hábitos, alteran el ciclo normal de sueño-vigilia, dando lugar a una escasa propensión al sueño nocturno y a una tendencia a la somnolencia diurna. El abuso de sustancias excitantes como café, té, refrescos con cola y fármacos estimulantes del sistema nervioso central, contribuyen también a la aparición de insomnio. El alcohol puede facilitar el inicio del sueño, pero posteriormente lo fragmenta.
El insomnio es uno de los trastornos más comunes entre las personas que trabajan en turnos de noche debido a la alteración de los ritmos circadianos y a diversos factores sociales. Las personas que trabajan de noche también sufren más estrés, depresión, y tienen índices más elevados de separación y divorcios, ya que la vida familiar se resiente si los cónyuges no coinciden en sus horarios. Por otra parte, es frecuente el abuso de café y tabaco en un intento por mantenerse despierto durante el trabajo, y de alcohol y fármacos hipnóticos para adquirir el sueño.
El empleo de fármacos puede crear tolerancia y dejar de ser efectivos a lo largo del tiempo. Los hipnóticos también tienen efectos adversos:
- Ciertos trastornos psiquiátricos, especialmente borderlines, esquizofrenia u otras psicosis.
- Enfermedad pulmonar agravada por la sedación.
- Enfermedad hepática por el metabolismo de la droga.
El sueño se altera no sólo en cantidad sino en calidad, es decir, que no sólo se trata de dormir un determinado número de horas, sino de que éstas, sean cuantas fueren, tienen que cubrir determinadas necesidades indispensables para el buen funcionamiento en las actividades diurnas, tanto sea en el orden físico como psíquico.
Desde la Medicina se estructura el dormir y el sueño, ambos poseen una estructura:
El ambiente, los cambios estacionales, las horas de luz o los cambios cósmicos como las fases lunares juegan un papel muy importante a la hora de regular las actividades de nuestro organismo.
Las estructuras internas principales implicadas en esta regularización son el sistema nervioso y el sistema endocrino, los cuales se ven influidos por estos agentes externos. No obstante, existen una serie de ritmos controlados de forma interna tales como el ritmos cardíaco o los tiempos de respiración, este otro tipo de ritmos deben de clasificarse en un grupo aparte debido a su carácter endógeno.
La cronobiología distingue hasta tres tipos de ritmos biológicos según la duración de estos. Estos ritmos se llaman: circadianos, infradianos y ultradianos.
- Los ritmos circadianos son aquellas necesidades o hábitos corporales que acaecen cada 24 horas aproximadamente. El ejemplo más conocido e ilustrativo son los ciclos de sueño. Habitualmente la necesidad de sueño suele aparecer siempre a las mismas horas y cualquier alteración de este ritmo supone en ocasiones algún tipo de desorden o trastorno del sueño.
- Por ritmos infradianos entendemos todos aquellos hábitos y actividades del organismo que se dan con una cadencia inferior a 24 horas, es decir menos de una vez al día. Aunque esto pueda parecer extraño existen ciertas costumbres corporal que funcionan con estas oscilaciones. El ejemplo más común es el ciclo menstrual, puesto que este se completa una vez cada 28 días. Otros fenómenos que ocurren con una cadencia similar a la del ciclo menstrual son los ciclos lunares y las mareas, de ahí que en muchas ocasiones se ha intentado establecer una influencia de las fases lunares en los diferentes estadios de los ciclos de las mujeres.
- Los ritmos ultradianos. Aunque menos conocidos y menos sujetos a las influencias externas existen una serie de movimientos rítmicos que suceden con una frecuencia de más de uno cada veinticuatro horas.Estos ritmos son los latidos del corazón, parpadear, el ritmo de la respiración, o los ciclos REM del sueño que ocurren cada 90 minutos.

Para evitar las posibles consecuencias de estas variaciones en nuestro ritmos biológicos (insomnio, cambio de humos, cambios en el apetito, etc.) es conveniente mantener una rutina diaria que nos permita mantener nuestra energía.
Hay una duración del dormir que oscila entre 7 y 8 horas cada noche, y esto sería una normalidad que puede estar alterada, cuando es menor de cuatro y mayor de nueve horas, se registró un aumento de la tasa de mortalidad.
La hora del sueño está subordinada a varios factores simultáneamente, a un momento del día, a la duración del tiempo transcurrido sin dormir y a la ausencia o presencia de acontecimientos.
En principio hay dos estados del sueño:
- El sueño REM de movimientos oculares rápidos y 2) el sueño NoREM sin movimientos oculares. Estos ciclos se suceden y alternan en forma cíclica durante la noche. Cada uno reacciona de distinta manera a la privación y a la duración de la vigilia.
El primer sueño que se recupera después de la privación es el NoREM; se presenta antes, dura más y es más profundo. Por el contrario la compensación del déficit del sueño REM no parece ser de importancia para el cuerpo, se recupera cuando ya se ha recuperado el otro o no se recupera. No lo afecta la duración de la vigilia ni la hora, el sueño REM se conecta y se desconecta regularmente en períodos de 90 minutos, como si obedeciera a un reloj interno que funciona automáticamente al margen de las circunstancias externas.
El sueño NoREM es un continuo y tiene distintas fases hasta que se interrumpe y transcurre el primer episodio REM que es el más corto.
El sueño y la vigilia son dos estados antagónicos pero eso no significa que en el sueño haya ausencia de actividad. Ni mucho menos. En esta última fase, la REM, la frecuencia de las ondas cerebrales es muy similar a cuando estamos despiertos; el ritmo cardíaco y la presión arterial aumentan, al igual que la temperatura y el movimiento de los ojos. Están pasando cosas por nuestra cabeza. En fases no REM también hay sueños pero son primitivos, REM es la etapa de los sueños por excelencia, sean inquietantes pesadillas o afables ensoñaciones.
Son sueños en forma de historia, algunos de los cuales pueden ser muy vívidos. Tanto que resultaría peligroso poder moverse y representarlos: correr, huir, golpear, gritar, saltar… Así que el cerebro desactiva todas estas actividades cada vez que entramos en REM. Es como si el cerebro se desconectase del cuerpo para ser preservado
El despertar varía siendo más intenso el recuerdo vívido de los sueños en un 80%, en el despertar REM. Pero también hay un recuerdo menos vívido del sueño en el período NoREM, y a veces se recuerdan sólo estos sueños, por ejemplo, cuando hay una carencia selectiva del sueño REM. Esto sugiere que entonces el sueño REM, no está inexorablemente relacionado con los sueños.
Como vimos en el poema de Dámaso Alonso, el dormir y la muerte se relacionan con esa entrega a lo incontrolable, a la pérdida de la consciencia, a una resistencia a entrar en otro tiempo que transformará la consistencia de un miedo en una insistencia significante.
Freud dijo que el soñar es el guardián del reposo, habla de un pacto donde el sujeto está habitado porque es un ser de la palabra y que por hablar la lengua tiene un inconsciente. Uno se entrega al dormir y así, sueña, porque el inconsciente no deja de funcionar y se expresa en en los sueños produciendo una descarga de las excitaciones a las que ha impedido el acceso la consciencia.
El sueño, que muestra cumplido el deseo, goza del completo crédito mientras el sujeto duerme, y haciendo cesar durante este tiempo el impulso optativo, consigue que el reposo no se interrumpa. El soñar sirve de válvula, se expresan tendencias que, de otro modo, generarían inquietud en el sujeto y mediante el proceso onírico hayan una vía de expresión siendo irreconocibles por la conciencia.
Miguel Oscar Menassa tiene un aforismo que dice así:
Dejaré todo sueño para poder soñar. Dejaré toda ilusión de futuro para tener futuro. Sólo escucharé el rumor del verso. La sencilla caída de todo objeto.
El insomnio es una defensa contra esa entrega a ese pasaje del cuerpo a una máquina que opera desplazando afectos. Teme desvanecerse, hay una ausencia de desaparición porque no quiere entrar en juego con un otro registro donde hablará de él como si fuese un extraño. Le hace una cuestión al deseo del Otro Inconsciente lo evita, como si fuese una fobia a nivel de la entrega, donde no quiere en última instancia entregar a nivel de la estructura, el goce del cuerpo al lenguaje.
NO SUEÑO PORQUE NO QUIERO SABER.
El sujeto atenta contra su propio bienestar, donde no está gobernado por ningún principio de homeostasis ni de equilibrio y más allá del bienestar está el goce. Evita el despertar a lo real que en psicoanálisis no sería otra cosa que un viraje de la impotencia a la imposibilidad.
Para muchas personas no dormir es un modo de evitar los sueños. Ellos son los encargados de mantener el reposo, pero también nos muestran importantes deseos inconscientes que no percibimos durante la vida despierta.
TEMORES NOCTURNOS de los adultos, acompañado generalmente de angustia, disnea, sudores, etc., no es, muchas veces, sino una forma del ataque de angustia. Esta perturbación condiciona una segunda forma del insomnio, dentro del cuadro de la neurosis de angustia.
El insomnio de la melancolía testimonia quizá de la rigidez de este estado, o sea de la imposibilidad de que se lleve a cabo la retracción general de las cargas, necesaria para el establecimiento del estado de reposo. El complejo melancólico se conduce como una herida abierta.
En la vida psíquica del hombre existe un gran número de tendencias punitivas muy enérgicas a las que hemos de atribuir la motivación de la mayor parte de los sueños displacientes. El temor o la angustia es algo por completo opuesto al deseo y que los contrarios se encuentran muy próximos unos de otros en la asociación, e incluso llegan a confundirse, como ya sabemos, en lo inconsciente. El castigo es por sí mismo la realización de un deseo: el de aquella parte de la doble personalidad del durmiente que se halla de acuerdo con la censura.
El niño concilia el sueño obedeciendo a una decisión de dormir, que le es impuesta por una autoridad exterior o es hecha surgir espontáneamente en él por sensaciones de fatiga. Mas para que tal decisión llegue a cumplirse es imprescindible la ausencia de toda excitación que pudiera impulsar al aparato psíquico hacia fines distintos del dormir.
Los medios que sirven para alejar las excitaciones externas nos son a todos conocidos. Mas ¿cuáles son, en cambio, aquellos de que disponemos para mantener dominadas las excitaciones psíquicas internas que se oponen a la conciliación del sueño? Obsérvese a una madre que duerme a su hijo. El niño manifiesta sin cesar deseos o necesidades, quiere otro beso, le gusta jugar un ratito más. Estos deseos son satisfechos en parte y en parte aplazados, por la autoridad materna, para el día siguiente. Es indudable que los deseos o las necesidades en actividad constituyen un obstáculo a la conciliación del sueño.
INSOMNIO, un poema de FERNANDO PESSOA
No duermo ni espero dormir.
Ni en la muerte espero dormir.
Me espera un insomnio de la amplitud de los astros
y un bostezo inútil tan extenso como el mundo.
No duermo. No puedo leer cuando despierto de noche,
no puedo escribir cuando despierto de noche,
no puedo pensar cuando despierto de noche.
¡Dios mío, ni puedo soñar cuando despierto de noche!
¡Ah, el opio de ser otra persona cualquiera!
No duermo; yazgo, cadáver despierto, sintiendo,
y mi sentimiento es un pensamiento vacío.
Pasan por mí, trastornadas, cosas que me sucedieron:
todas aquellas de las que me arrepiento y me culpo;
pasan por mí, trastornadas, cosas que no me sucedieron:
todas aquellas de las que me arrepiento y me culpo;
pasan por mí, trastornadas, cosas que no son nada,
y hasta de esas me arrepiento, me culpo, y no duermo.
No tengo fuerza para tener la energía de encender un cigarrillo.
Miro la pared de enfrente del cuarto como si fuese el universo.
Por fuera hay el silencio que tiene todo eso.
Gran silencio aterrador en otra ocasión cualquiera,
en otra ocasión cualquiera en que yo pudiera sentir.
Estoy escribiendo unos versos realmente simpáticos:
versos que dicen que nada tengo que decir,
versos que insisten en decirlo,
versos, versos, versos, versos…
Tantos versos…
Y la verdad entera y la vida entera, fuera de ellos y de mí.
Tengo sueño, no duermo, siento y no sé en qué sentir.
Soy una sensación sin la correspondiente persona,
una abstracción de autoconsciencia sin qué,
salvo lo necesario para sentir consciencia,
salvo… yo qué sé salvo qué…
No duermo. No duermo. No duermo.
¡Qué gran sueño en toda la cabeza, y encima de los ojos, y en el alma!
¡Qué gran sueño en todo, excepto en poder dormir!
Oh amanecer, tardas tanto… Ven…
Ven inútilmente
a traerme otro día igual a éste,
al que seguirá otra noche igual a ésta.
Ven a traerme la alegría de esta esperanza triste,
porque siempre eres alegre, y siempre traes esperanzas,
según la vieja literatura de las sensaciones.
Ven, trae la esperanza, ven, trae la esperanza.
Mi cansancio penetra colchón adentro.
Me duele la espalda por no estar acostado de lado.
Si estuviera acostado de lado me dolería la espalda por estar acostado de lado.
Ven, amanecer, llega.
¿Qué hora es? No lo sé.
No tengo energía para tender una mano hasta el reloj.
No tengo energía para nada, para nada de nada…
Sólo para estos versos, escritos al día siguiente.
Sí, escritos al día siguiente.
Todos los versos siempre se escriben al día siguiente.
Noche absoluta, sosiego absoluto, ahí afuera.
Paz en toda la Naturaleza.
La Humanidad reposa y olvida sus amarguras.
Exactamente.
La Humanidad olvida sus alegrías y sus amarguras.
Es lo que suele decirse.
La Humanidad olvida, sí, la Humanidad olvida.
Pero es que, incluso despierta, la Humanidad olvida.
Exactamente. Pero yo no duermo.