El poder de la escucha

El poder de la escucha

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Los hechos sólo existen después de ser interpretados.

Si es posible el poema es posible la vida.

Freud nos viene a decir que suceden cosas en nosotros sin que nuestra conciencia intervenga para nada, y que eso que sucede en nosotros sin la intervención de nuestra conciencia -y que determina nuestros actos- son los procesos inconscientes, que tienen una lógica diferente de la de la conciencia, pero lógica al fin. Es decir que el inconsciente tiene su leyes de funcionamiento, y de eso es de lo que nos habla la teoría freudiana.

El Psicoanálisis, para un psicoanalista, no se aprende en los libros, y eso no quiere decir que el candidato no deba llevar a cabo una lectura permanente de los textos.

En Análisis Profano, hay un momento en el que Freud le dice al médico que para seguir explicándole, para que comprenda, es necesario que cambie primero su sexualidad, que comience su análisis.

Freud aconseja psicoanalizar ciertos prejuicios antes de entrar en la teoría psicoanalítica. Ningún analista llega más allá de cuanto se lo permiten sus propias resistencias, por ello se le exige el psicoanálisis personal, ya que la función no tolera en su ejercicio resistencias que aparten de la conciencia del analista, lo que ha captado inconscientemente.

Estudiar psicoanálisis lo puede estudiar cualquiera que realice el trabajo, pero estudiar psicoanálisis para practicarlo, eso es psicoanalizándose, porque la teoría en psicoanálisis es clínica.

Y no es una cuestión de aprendizaje, el psicoanálisis para un candidato a psicoanalista deberá suponer la pérdida de un ser, pues el analista va a ser un lugar, no un sujeto. Tanto poeta como psicoanalista tienen como función, dejar de ser para que en esa fisura de su ser nazca lo Otro.

Un psicoanalista que no sea capaz de transformar su propia vida, es incapaz de poner en práctica el método psicoanalítico. Puede acceder a la escucha analítica porque él mismo fue escuchado en análisis. Es la concepción de la escucha la que produce la asociación libre.

El psicoanalista frente al hablante, frente al soñante, frente al paciente, tiene que ser un espacio en blanco. Su único deseo tiene que ser “ser psicoanalista”, no puede tener pensamientos propios, ni gustos, porque no podría escuchar lo que el paciente le dice. Toda la técnica se desarrolla a partir de la escucha. la escucha tiene que estar psicoanalizada. El sujeto que va a ser psicoanalista tiene que haber pasado por la experiencia de haber sido escuchado.

Nosotros decimos, o yo digo, cuando nada de lo que escucho me recuerda a mi propio pasado, entonces soy un buen psicoanalista.

Todo lo que escucho es lo que me dice el paciente, es lo que me quiere contar el paciente, que entre otras cosas, allá donde trabajamos nosotros, nos pagan por eso. Nosotros somos empleados.

La ayuda que el psicoanalista presta es su escucha. Escucha todo lo que no sea sentido ni contenido. Escucha el silencio, el ritmo, la repetición, el olvido. Escucha cosas que están estudiadas por el psicoanálisis.

Dice Freud en Análisis profano, en 1926, el psicoanalista no hace más que entablar un diálogo con el paciente. No usa instrumento, ni siquiera para reconocer ni recetar medicamento alguno, recibe al paciente a una hora determinada, le deja hablar, le escucha, le habla a su vez y le deja escucharle. Parecería cosa de magia si el efecto fuese tan rápido. La magia tiene por condición la rapidez, o mejor dicho aún, la instantaneidad del efecto, pero los tratamientos psicoanalíticos precisan meses y hasta años.

En Psicoanálisis me pagan para que yo no piense en mí, sino sólo en la tarea que estoy realizando. Como se trata de seres humanos, eso es muy difícil, por lo tanto tengo que sufrir un entrenamiento, por eso que debo primeramente psicoanalizarme. Tengo que poder soportar en mí, tener diversos tipos de pasiones, buenas, malas, mediocres…

Los que trabajamos en el campo de la salud, debemos cuidar nuestra salud también. Freud dijo que el psicoanálisis es un hecho exquisitamente comunitario, no sólo porque es público, se nota, uno lo lleva puesto, se notan sus efectos, sino también porque es necesario su estudio en una Escuela de Psicoanálisis, entre otros analistas, es necesaria la supervisión de los casos y es necesario el análisis del analista, para no interferir con sus procesos inconscientes en el camino del paciente, para poder una escucha sin prejuicios, tolerar que el paciente combine cualquier palabra con cualquier palabra. Que el análisis sea un lugar de libertad, donde el paciente pueda hablar sin sentir que cada frase lo compromete. Que el Psicoanalista no pertenezca a ninguna Escuela, no esté en continua formación, con grupos de estudio, o no se psicoanalice, no le hace mal al paciente, al que le hace mal es al analista.

El primer trabajo de la Interpretación, es el trabajo teórico.

La función poética es lo mismo que el inconsciente. La producción de un poema es similar a la de un sueño. Son producciones inconscientes. Uno de los grandes poetas que buscó este camino, Octavio Paz, considera la poesía como el camino del conocimiento. La poesía es mucho más que una colección de versos. Es un instrumento de conocimiento de precisión. La escucha psicoanalítica tiene que ser poética. La interpretación ha de ser psicoanalítica pero la escucha no, porque se maneja con el imaginario universal.

La escucha analítica no puede ser psicoanalítica porque el psicoanálisis es una ciencia, tiene imaginario restringido. Si escucho desde el psicoanálisis pondría epítetos, ella habla y yo digo: represión, forclusión… Voy determinando desde la escucha analítica. No, tengo que escuchar desde el imaginario universal, imaginario universal que es un universal poético, un imaginario poético. La interpretación sí es psicoanalítica, pero la escucha no.

Esto está en Freud, cuando Freud escucha lo hace desde el imaginario universal, cuando él partiendo del discurso analítico recorre toda la historia de la literatura. Freud no recibió ningún premio por científico, el único premio que recibió fue el Premio Goethe de Literatura.

Una escucha inédita - Genoveva Navarro

 Para poder ser un buen psicoanalista, no me tengo que acordar de las interpretaciones que me hicieron, no me tengo que acordar de la supervisión, no tengo que acordarme de lo que estudié, eso es la escucha poética, porque si fuera la escucha psicoanalítica sería: el sujeto puede ser neurótico, perverso o psicótico, y esta es su normalidad.

Cuando conozco la interpretación estoy haciendo psicoterapia, cuando digo: ahora le voy a interpretar esto, eso es psicoterapia. Al psicoanalista la interpretación le sorprende, es el paciente que viene a la semana o a los días y dice: ¡qué interpretación que me hiciste el otro día! Y uno no sabe de qué se trata, tiene que escuchar al paciente para saber qué interpretación uno le hizo. No es el psicoanalista el que determina qué es o qué no es interpretación, como no es el poeta el que determina qué es poético y qué no es poético.

Cuando el paciente habla no se trata de creerle o no creerle, no es de ese orden, sino de esperar el fallido, el sueño, el chiste, el síntoma; eso que muestra, aunque nada demuestre. Ahí es donde se activa la escucha analítica, estamos formados para escuchar las producciones del inconsciente que son: el sueño, el acto fallido, el chiste, el olvido, el síntoma, ahí, sabemos, hay un trabajo inconsciente donde se expresa de forma deformada el deseo sexual infantil y reprimido y ahí es donde comienza nuestro trabajo.

Lo que el analizante dice que le pasa de ninguna manera se puede confundir en la escucha analítica con lo que le pasa. Lo que lee la escucha analítica es lo que no está dicho y debe leerlo a través de la regla que impone un decir. 

Se hace peligroso para el analista tener una tendencia afectiva, la ambición terapéutica. El analista debe orientar hacia el inconsciente emisor del paciente su propio inconsciente. Se sirve de su propio inconsciente como instrumento, como el receptor del teléfono con respecto al emisor. El psiquismo inconsciente del psicoanalista reconstruye, con los productos inconscientes del paciente, el inconsciente mismo que ha determinado las ocurrencias del paciente. Cada una de las represiones no vencidas en el analista es un punto ciego en la escucha. El analista debe permanecer impenetrable, no mostrar como un espejo, más que aquello que le es mostrado.

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