¿Fidelidad o infidelidad?

¿Fidelidad o infidelidad?

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Hola, soy Helena Trujillo, psicóloga y psicoanalista, especialista en relaciones de pareja, hoy vamos a hablar de un problema que preocupa o afecta a muchas personas y a muchas parejas, el tema de la infidelidad o de la gestión de los deseos de estar con otras personas. Espero este post y el vídeo te aclaren dudas y te aporte herramientas para vivir de forma más satisfactoria y saludable tus relaciones amorosas.

¿Es la fidelidad una imposición social?

Es una convención social, que es diferente que una imposición, nadie nos pone una pistola en la cabeza para ser infieles como tampoco nos la ponen para no ser infieles. Es una decisión en cada uno, bien es cierto que al ser sujetos sociales estamos condicionados por las leyes que regulan la convivencia, es decir, no somos libres, nuestros actos tienen consecuencias, en primer lugar, pueden producir la pérdida del amor y de la consideración de las personas amadas o de las personas de las que dependemos. Por otro lado, el código penal establece límites que si transgredimos nos acarrearán multas o condenas. En este sentido hay una doble moral sexual cultural, es decir, al hombre se le ha permitido ser infiel, sin embargo la mujer, en las mismas circunstancias ha estado sometida al escarnio y la condena social, el desprecio y la culpa, incluso al castigo y la muerte.

¿Qué es una infidelidad para el psicoanálisis?

Por un lado la infidelidad podríamos considerarla como una condición de nuestro aparato psíquico, es decir, desde su constitución, nuestra manera de vincularnos a los demás está marcada por la necesidad de vincularse al primer objeto amoroso (la madre) como medio de supervivencia, por necesidad, esa condición y el largo periodo de dependencia del niño, condicionan luego las vicisitudes que tenemos que atravesar para vincularnos a otros objetos (personas). Por otro lado, en este mismo sentido, nuestra necesidad de evolucionar e incorporarnos a la comunidad social, entendiendo a la familia como estructura animal para la reproducción, pero no una estructura social, el niño tiene que modificar esos primeros lazos afectivos para poder vincularse más allá de esas elecciones incestuosas infantiles y primarias, quiero decir, para pasar de la necesidad al deseo, a eso que no podré alcanzar nunca y por eso actúa como motor vital. Ese primer vínculo con la madre que condiciona los posteriores, vendrá también acompañado por una vinculación amorosa con el padre (con el tercero), tan importante para que el niño/a pueda desarrollarse, psíquica y físicamente. Todos los trastornos que estudiamos en los adultos vienen condicionados por estos primeros vínculos infantiles y su dificultad de modificarlos por nuevas vinculaciones. Quiero decir entonces, la infidelidad es necesaria para evolucionar, para crecer, para no permanecer en ese que fui y que tiene que transformarse a través del proceso vital con nuevos vínculos afectivos, nuevas experiencias, nuevas formas de pensar que definen al sujeto como miembro de la especie humana. Entonces sí, la infidelidad, vista así es positiva, necesaria, enriquecedora, siempre y cuando se tenga en cuenta si en ese nuevo paso, esa nueva vinculación, estoy produciendo algo nuevo o estoy repitiendo esa antigua relación materno-filial, es decir, incestuosa, sometida a la amenaza de castración y, por tanto, a la búsqueda de castigo.

Vea el vídeo en el que trabajamos este tema. Deja tus comentarios.

 ¿Cómo ha evolucionado la tendencia de infidelidad en hombres y en mujeres en nuestros días?

El ser humano ha evolucionado técnicamente en miles de años de historia, ha producido instrumentos, técnicas, medios a través de los cuales ha mejorado sus condiciones de vida y sus limitaciones corporales, pero no ha evolucionado tanto a nivel afectivo. Sigue acosado por la moral, invadido por afectos infantiles y ligado a ideas que no tienen que ver con su propia manera de vivir, si no con formas antiguas de relacionarse. El psicoanálisis nos propone trabajar para reconfigurar este sistema anticuado y que, utilizando el simil del ordenador, nos hacen manejarnos de una manera lenta, inadaptada y rechazante de las posibilidades que la vida actual nos ofrece. Hoy en día los hombres siguen menospreciando a las mujeres porque siguen alejados de la valoración de las diferencias, la mujer sigue representando la castración, es decir, la amenaza de pérdida, en lugar de una otra manera de ser, vivir. Las mujeres siguen envidiando a los hombres porque siguen sometiéndose a ellos considerando que ellos tienen algo que a ellas les falta, ellas también se minusvaloran y desprecian la posibilidad que les otorga el trabajo para desarrollarse.

Hoy en día las mujeres, en general, tienen una mayor libertad sexual, pero no han modificado aún su ideología sobre lo femenino y siguen manteniendo valores machistas en las relaciones interpersonales. En las consultas observamos una degradación de la vida erótica femenina, han pasado de mujeres reprimidas a mujeres que se comportan como hombres en las relaciones sexuales, no son conscientes de la tendencia a la búsqueda de castigo que opera en ellas cuando llevan a cabo esos comportamientos sexuales que no coinciden con los valores que, todavía, portan.  

¿Por qué hay hombres que solo pueden amar a una sola mujer, de donde viene esa exagerada valoración?

Hay hombres que sólo aman a su mamá y desprecian al resto de mujeres, es decir, que todavía no conocen lo que es una mujer, por tanto no pueden amar lo que desconocen. Entonces están con una mujer pero la sitúan en el lugar de madre, por lo que aparecen alteraciones en el deseo, si la aman no la pueden desear y si la desean no la pueden amar, lo que Freud llamó “degradación de la vida amorosa” y que tiene que ver con esa necesidad de desvincularse de la sexualidad infantil, de abandonar la seguridad por la inseguridad, porque era la familia, los brazos de la madre los que nos ofrecían confort y seguridad, la vida pues no está relacionada con la tranquilidad, la seguridad, sino con el trabajo constante y permanente por sortear obstáculos, con desengañarnos de las ideas previas, abandonar prejuicios…

¿Actualmente la tendencia a las relaciones abiertas favorece a las parejas o no?

Que las relaciones de pareja no cumplen las expectativas de la mayoría de las personas es algo obvio, ya sabemos que la pareja y la familia responde a la propuesta de la reproducción y el consiguiente compromiso de ambos miembros de la pareja frente a la descendencia, pero luego, es evidente, que hay una gran insatisfacción en muchas parejas. Que lo esperado no se corresponde con lo que luego se vive, que hay problemas de comunicación, intolerancia, dificultad de hacer frente a las circunstancias propias de una convivencia que, a veces, reproduce en alguno de los miembros los vínculos de las familias de origen. Hay todo un trabajo que hacer para que la vida en pareja pueda ser un escenario saludable para desarrollarse como persona entendiendo, claro, que la pareja, de alguna manera, produce cierto aislamiento, es antisocial, pues impone sus “rejas” y la libertad está mal considerada en el seno de la misma.

Las relaciones abiertas, que no son ningún invento de nuestra época, pueden favorecer el despliegue de los deseos sexuales, es obvio, pero también problemas como celos, envidia, desamor y enfermedades de transmisión sexual. Hay ciertos límites y ciertos compromisos que tienen que llevarse adelante para que la pareja permanezca unida, cierto respeto, cierto silencio frente a la confesión de lo que nunca hay que confesarle a la persona que te ama, a la larga, se volverá una flecha en tu contra.

 ¿Por qué hay hombres que necesitan cambiar continuamente de mujer?

Se les puede llamar “Don juanes”, su goce está en ese cambio, esa novedad, y en realidad no cambian continuamente de mujer, están siempre en la misma posición, el mismo acto, la conquista, pero no pueden amar a ninguna mujer, huyen de eso, cuando amamos, el amor nos somete, en cierta medida, a tener que cuidarlo, trabajar para ese amor, y esos hombres no pueden, porque más bien para ellos las mujeres son objeto, no sujetos.

Algunas personas consideran que el psicoanálisis promueve la infidelidad…

No, el psicoanálisis no promueve nada, nadie tiene el poder de convencer a nadie de lo que no está previamente convencido. La infidelidad no la inventa el psicoanalista, las personas tienen deseos infieles y algunas utilizan al psicoanalista para excusarse de sus comportamientos, como otras utilizan como excusa que sus parejas ya no quieran tener relaciones sexuales con ellos, pero no se paran a analizar que el deseo es un deseo propio y es uno el que tiene que hacerse responsable de sus deseos y de sus consecuencias.

El psicoanálisis se limita a indicar qué es lo que que te está impidiendo hacer la vida que uno desea y que tiene que ver con el sentimiento de culpa, con necesidad de castigo, con la posición infantil en la forma de amar, etc. Pero cada uno es responsable de lo que hace y de lo que no hace.

¿Hay personas que las/los prefieren infieles?

Las personas deseamos personas deseantes, suelen ser más atractivas las personas deseantes y deseables, pero también es cierto que generan más celos y las relaciones se vuelven más tempestuosas. Así que una cosa es que “los chicos malos” atraigan a las chicas, y otra cosa es que esas relaciones sean tranquilas o llevaderas a largo plazo. Al final es como una balanza, lo que genera atracción o morbo, no siempre es sinónimo de llevadero.

Si estás atravesando por una situación de pareja problemática o eres sensible a este tema y deseas consultarme de manera profesional y confidencial, escríbeme y concertamos una cita. Estaré encantada de ayudarte.

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