Hay otra vejez
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Hay otra vejez
Hay muchas formas de morir, hay quienes eligen morir olvidando, abandonados al deterioro de sus células que ya no reconocen sus propios deseos.
En la vejez, como en otros momentos de la vida, todo cambia, los amores, los amigos, las obligaciones, la velocidad, la fuerza…
¿Qué haces con tu alma? ¿Dónde escondes tu energía interior que antes dedicabas al trabajo y a la familia? Ahora crees que tu ciclo ya ha vencido, te sientas a esperar a que los días se consuman sin buscar nada, dejando pasar el tiempo que antes te parecía tan valioso. Ya no te gustas, no miras con deseo a las mujeres, a los hombres, tu mirada ha caído en tu tristeza por perder lo que nunca tuviste.
Acaso antes podías conocer la intensidad de tus deseos, sabías de todas tus debilidades, vencías todos tus miedos. Nunca fue perfecto, ahora tampoco tiene que serlo, sin embargo tu pasividad actual te lleva prematuramente a la muerte.
No sé si sabes que sólo hace falta una cosa para morir, estar vivo.
Hemos podido morir en cualquier momento, a los 3 años cuando caímos del columpio por el empujón de un amigo, a los 23 cuando la novia te atravesó el corazón con su abandono, a los 56 cuando el corazón te avisó con su dolor de que no le hacías caso. Ahora, tus células nerviosas han decidido ayudarte a abandonarnos.
El trabajo y las obligaciones te mantenían en la cresta de la vida, pero ahora qué hacer, nunca habías pensado qué hacer cuando seas tú el que te necesite, a quién dedicar tu fuerza y tu amor cuando ya nadie te agarre con fuerza, cuando tu piel arrugada no sea el centro de las miradas.
Olvidamos a los viejos y ellos se olvidan a sí mismos, no se habla de su belleza, de su saber, de la experiencia, no aprovechamos su vitalidad y los usamos como canguros hasta el agotamiento.