LA DISPOSICIÓN A LA NEUROSIS OBSESIVA

LA DISPOSICIÓN A LA NEUROSIS OBSESIVA

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Una aportación al problema de la elección de neurosis

En las causas patológicas de la neurosis distinguimos dos clases: aquellas que el hombre trae consigo a la vida —causas constitucionales— y aquellas otras que la vida le aporta —causas accidentales—, siendo precisa, por lo general, la colaboración de ambos órdenes de causas para que surja la neurosis.

Las evoluciones del yo no se han desarrollado siempre tan irreprochablemente que la función total haya experimentado sin defecto alguno la correspondiente modificación progresiva. Allí donde una parte de dicha función ha permanecido retrasada en un estado anterior, queda creado lo que llamamos un «lugar de fijación», al cual puede retroceder luego la función en caso de enfermedad por perturbación exterior.

Nuestras disposiciones son inhibiciones de la evolución.

Nuestro método de investigación, consistente en deducir las circunstancias normales precisamente de sus perturbaciones.

El orden en el cual se exponen generalmente las formas principales de las psiconeurosis —histeria, neurosis obsesiva, paranoia, demencia precoz— corresponde (aunque no con absoluta exactitud) al orden temporal de la aparición de estas afecciones en la vida humana.

Las formas patológicas histéricas pueden ser observadas ya en la primera infancia; la neurosis obsesiva revela, por lo corriente, sus primeros síntomas en el segundo periodo de la niñez (entre los seis y los ocho años); por último, las psicosis no emergen hasta después de la pubertad y en la edad adulta.

La elección de neurosis es totalmente independiente de los sucesos vividos por el sujeto.

  1. Distinguimos la fase del autoerotismo, en la cual cada uno de las pulsiones parciales busca, independientemente de las demás, su satisfacción en el propio cuerpo del sujeto.
  2. El estudio de las parafrenias nos obligó a interpolar un estadio de narcisismo, en el cual ha sido ya efectuada la elección del objeto, pero el objeto coincide todavía con el propio yo.
  3. Vemos la necesidad de aceptar, un nuevo estadio, en el cual los instintos parciales aparecen ya reunidos para la elección de objeto; y éste es distinto de la propia persona; pero la primacía de las zonas genitales no se halla aún establecida. Las pulsiones parciales que dominan esta organización pregenital de la vida sexual son más bien las erótico-anales y los sádicos.
  4. Luego, la síntesis de todos las pulsiones parciales, para la elección de objeto, bajo la primacía de los genitales y en servicio de la reproducción.

Es importantísimo el papel que los impulsos de odio y erotismo anal desempeñan en la sintomatología de la neurosis obsesiva.

La antítesis de masculino y femenino, introducida por la función reproductora, no puede existir aún en la fase de la elección pregenital de objeto. En su lugar hallamos la antítesis constituida por las tendencias de fin activo y las de fin pasivo, la cual irá luego a soldarse con la de los sexos. La actividad es aportada por el instinto general de aprehensión, al que damos el nombre de sadismo cuando lo hallamos al servicio de la función sexual, y que también está llamado a prestar importantes servicios auxiliares en la vida sexual normal plenamente desarrollada.

La corriente pasiva es alimentada por el erotismo anal, cuya zona erógena corresponde a la antigua cloaca indiferenciada. La acentuación de este erotismo anal en la fase pregenital de la organización dejará en el hombre una considerable predisposición a la homosexualidad al ser alcanzada la fase siguiente de la función sexual, o sea la de la primacía de los genitales.

En la formación del carácter, la represión o no interviene para nada o alcanza por completo su fin de sustituir lo reprimido por productos o sublimaciones.

En el terreno de la evolución del carácter hallamos una intensificación de la organización sexual pregenital sádica y erótico-anal. El carácter de las mujeres suele cambiar singularmente al sobrevenir la menopausia y poner un término a su función genital. Se hacen regañonas, impertinentes y obstinadas, mezquinas y avaras, mostrando, por tanto, típicos rasgos sádicos y eróticos-anales, ajenos antes a su carácter.

Esta transformación del carácter corresponde a la regresión de la vida sexual a la fase pregenital sádico-anal, en la cual hemos hallado la disposición a la neurosis obsesiva. Esta fase sería, pues, no sólo precursora de la genital, sino también, en muchos casos, sucesora y sustitución suya, una vez que los genitales han cumplido su función.

La comparación de tal modificación del carácter con la neurosis obsesiva es interesantísima. En ambos casos nos hallamos ante un proceso regresivo. En el primero, regresión completa después de una acabada represión (o yugulación); en el segundo —el de la neurosis— conflicto, esfuerzo por detener la regresión, formación de productos de reacción contra la misma y de síntomas por transacción entre ambas partes y disociación de las actividades psíquicas en capaces de conciencia e inconscientes.

Para referir a una trayectoria histórico-evolutiva la disposición a una neurosis es necesario tener en cuenta la fase de la evolución del yo, en la que surge la fijación, tanto como la fase de la evolución de la libido.

La anticipación temporal de la evolución del yo a la evolución de la libido ha de integrarse también entre los factores de la disposición a la neurosis obsesiva. Tal anticipación obligaría, por la acción de los instintos del yo, a la elección del objeto en un período en que la función sexual no ha alcanzado aún su forma definitiva, dando así origen a una fijación en la fase del orden sexual pregenital.

Hemos de considerar como típica en la naturaleza humana cierta medida de tal anticipación de la evolución del yo y a encontrar basada la facultad de la génesis de la moral en el hecho de que, en el orden de la evolución, es el odio el precursor del amor.

Con respecto a la histeria, queda por indicar su íntima relación con la última fase del desarrollo de la libido, caracterizada por la primacía de los genitales y la introducción de la función reproductora. Este progreso sucumbe en la neurosis histérica a la represión, a la cual no se enlaza una regresión a la fase pregenital. Corresponde a la histeria una distinta regresión a un nivel anterior. La sexualidad del sujeto infantil femenino se encuentra, como ya sabemos, bajo el imperio de un órgano directivo masculino (el clítoris) y se conduce en muchos aspectos como la del niño. Un último impulso de la evolución, en la época de la pubertad, tiene que desvanecer esta sexualidad masculina y elevar a la categoría de zona erógena dominante la vagina, derivada de la cloaca. Pero es muy corriente que en la neurosis histérica de las mujeres tenga efecto una reviviscencia de esta sexualidad masculina reprimida.

Bibliografía: LA DISPOSICIÓN A LA NEUROSIS OBSESIVA Una aportación al problema de la elección de neurosis 1913. Obras completas. Sigmund Freud. Editorial Biblioteca Nueva.

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