La lámpara de Aladino
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La lámpara de Aladino
De pequeña me contaron la historia de Aladino y la lámpara maravillosa. El joven y soñador muchacho se encontró en medio del desierto una antigua lámpara y, mientras la limpiaba, un gran genio salió de su interior. Tras la sorpresa, el muchacho se dirigió al personaje preguntándole quién era y cómo había salido de tan pequeño objeto. El genio, aún aturdido por su larga estadía en el interior de la lámpara, comenzó a contarle su historia. Aladino, estupefacto por lo que estaba escuchando, comenzó a imaginar qué deseos le gustaría que se hicieran realidad. Es tan fácil dejar correr la fantasía, tan sugerente pedir y que se haga, al instante, realidad. Aladino eligió entre el amplio y ambicioso abanico de posibilidades tres deseos, según lo que el genio acababa de decirle. Deseos que cambiarían su vida al instante.
Hoy las cosas no son como los cuentos ni nuestra ingenuidad es la de nuestra infancia. La realidad nos devuelve muchas veces algún que otro desengaño y conseguir lo que anhelamos no es tan fácil como frotar una lámpara maravillosa. No obstante, que las cosas no se consigan de inmediato no empaña la alegría de conseguirlas.
No me desilusiona que la vida no sea como en el cuento de Aladino, que a veces haya que hacer un esfuerzo para levantar el teléfono y llamar a alguien desconocido, que haya que pasar momentos difíciles, que incluso una llegue a sentirse una incomprendida. La vida siempre te devuelve con creces lo que has sembrado.
Los grandes proyectos se van haciendo a lo largo de los años, a veces, sin darse cuenta, hasta que llegan estos momentos en los que se mira alrededor y puedes ver las personas que se han ido sumando, los logros alcanzados, la vida transformada.
Mi vida personal y profesional no ha sido fácil, como no es la vida de nadie, pero tengo la alegría de estar en el camino deseado, con las energías plenas, mirando al futuro.