LAS CEFALEAS

LAS CEFALEAS

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El dolor es la señal prototípica de la representación de nuestro cuerpo, a veces incluso como señal de que nuestro cuerpo está vivo. Del dolor sabemos que interrumpe todos los ensueños idealistas y platónicos, así como las cuestiones amorosas.

El miedo, la angustia, la vergüenza o el dolor psíquico son afectos, satisfacciones que una vez conocidas por el sujeto tenderá a buscar sus coordenadas, aun a su pesar y a su penar. Y no es una cuestión de afectos acumulados sino del momento de irrupción del goce, es decir de causa inicial, y del mismo modo que un antiguo dolor psíquico en estado de vigilia puede todavía provocar nuestras lágrimas, así decimos que el sujeto sufre de reminiscencias respecto al goce. Aun cuando el goce haya sido acompañado de displacer o de demasiado placer.

El dolor que surge cuando un sujeto asocia libremente es como una brújula que señala una cuestión que le implica.

RECOGIMIENTO, un poema de CHARLES BAUDELAIRE

Francia, 1821

Pórtate, ¡oh Dolor mío! y quédate tranquilo.
Pedías el anochecer; está bajando; aquí está:
Una atmósfera oscura envuelve la ciudad,
Trayendo paz a unos, a otros desazón.

Mientras la vil multitud de los mortales,
Bajo el látigo del Placer, verdugo despiadado,
Va a cosechar remordimientos en la fiesta servil,
Dolor mío, dame la mano; ven por aquí,

Lejos de ellos. Mira cómo los difuntos Años se asoman,
Sobre los balcones del cielo, con ropa anticuada;
Surge, sonriente, del fondo del agua la Añoranza;

El Sol moribundo se duerme bajo el arco de un puente,
Y, como una gran mortaja arrastrándose hacia Oriente,
Escucha, querido mío, escucha la dulce Noche que camina.


 No será lo mismo la lectura médica que la lectura psicoanalítica de las enfermedades, ya sean orgánicas o psíquicas. 

La salud no consiste en el restablecimiento del estado previo a la enfermedad, sino en la construcción de algo nuevo que no existía previamente. El ser humano no sólo depende de las leyes biológicas, en tanto el equilibrio biológico puede ser alterado, como sabemos, por los procesos psíquicos. Todo en el hombre está tocado por la palabra.

Que el dolor físico tenga una causa conocida: una fractura, una herida, un cólico nefrítico, una artritis; no importa: Nada nos dice esto de la respuesta de cada persona al dolor: Es una sensación subjetiva, no medible y sin relación proporcional con la causa que lo produce.

Que el síntoma habla es el descubrimiento freudiano por excelencia, habla para quien sabe escuchar, tiene un sentido posible de ser concatenado, mediante la interpretación psicoanalítica, a la vida del paciente.

¿Qué le pasa? ¿A qué lo atribuye? ¿Desde cuándo? Es el enfermo el que dice, pero el médico no está formado para escuchar. Se le enseña a leer los datos de la exploración física, la analítica, la radiología. No se le enseña a escuchar. Nada le es dado de antemano al sujeto antes del lenguaje, tampoco el cuerpo, todo se construye.

La cefalea o dolor de cabeza, es un síntoma que afecta más del 90% de la población ha padecido alguna vez de dolor de cabeza, la mitad de la población está afectado de forma permanente, con alteraciones del ritmo de vida y desempeños cotidianos. Se trata de uno de de los problemas más habituales en la clínica médica, que puede ser muy incapacitante.

Las cefaleas vasculares o migrañas son las más frecuentes y, también, las más difíciles de tratar.

La jaqueca o migraña es un trastorno periódico y recurrente, que suele comenzar en la pubertad, y se caracteriza por un dolor unilateral, témporo-orbitario, pulsátil, acompañado de naúseas, fenómenos oculares y auras característicos, como elemento premonitorio del ataque.

Es más frecuente en la mujer y disminuye notablemente después de la menopausia y durante los embarazos.

 No se sabe exactamente cuál es la causa. Son muchos los factores desencadenantes que pueden conducir una migraña.

Dentro de las migrañas podríamos distinguir dos grandes grupos: Lo que se llama la migraña con aura, que es la clásica y la migraña sin aura.

En la aura son una serie de síntomas neurológicos que son como de advertencia de la migraña. Aparecen desde minutos, ahora antes de la aparición del dolor, es como un aviso cuidado que viene la migraña. Y puede ser muy variables, estos síntomas que se llama aura.

El cerebro no duele, no tiene receptores para estímulos dolorosos, las únicas estructuras intracraneanas que los poseen son los trayectos vasculares y algunos sectores meníngeos.  Podría decirse que el cerebro es insensible al dolor.

La jaqueca es producida por una vasodilatación ocasionada por factores neurogenos, químicos y/o mecánicos que, por una interacción entre la actividad neuronal y el flujo sanguíneo cerebral, producen una alteración funcional metabólica del parénquima cerebral.

Coexiste una irritación del sistema nervioso vegetativo que incrementa la actividad vascular cerebral, con una liberación de sustancias algógenas como la serotonina.

Freud se refiere a las jaquecas en varias partes de su obra y las considera síntomas de una perturbación en la descarga sexual.

Hay coincidencia entre diversos autores acerca de que las jaquecas asientan preferentemente en pacientes con características obsesivas, preponderando en ellos la racionalización y las cavilaciones.

La jaqueca debe ser considerada un trastorno psicosomático y diferenciada del síntoma histérico.

La histeria no crea el dolor somático sino que lo utiliza, esto quiere decir que antes ha sido una zona histerógena, una zona erotizada, una zona dolorida, en el caso del dolor de la pierna era un lugar donde se apoyaba la pierna del padre enfermo mientras le cambiaba el vendaje en el transcurso de una larga enfermedad. Hay una conexión entre el dolor físico y el afecto psíquico.

Una paciente que padecía de penetrantes dolores en la frente, entre ambos ojos, durante semanas, cuando asocia lo refiere a que su abuela le había mirado tan “penetrantemente” que sintió su mirada en el cerebro, cuando venía de ciertos escarceos amorosos con su novio.

A veces el dolor de cabeza es su repugnancia a dejarse influir por ideas ajenas, o bien es su repugnancia a dejarse penetrar por líquidos extraños, en el caso de que ocurra ante una situación sexual. La transformación de las sensaciones psíquicas en sensaciones físicas es propio de ciertos sujetos propensos a la posición histérica o propensos a la posición de angustia.

Decimos que estamos en el terreno de lo psicosomático cuando en el discurso del paciente un significante no represente a un sujeto para otro significante. No hay proceso psiquico en juego, no hay metáfora ni metonimia, no hay desplazamiento y condensación como hay en el síntoma.

Es un fenómeno psicomático, no es una formación del inconsciente.

No hay realización del deseo, no está en juego del deseo.El estreñimiento, la cefalea, la fatiga, cuando están sustentados por una estructura de neurosis actual, no permite la reducción simólica o historia o histórica a vivencias afectivas. No pueden ser concebidas como satisfacciones sexuales, como transacciones.

Son tan difíciles de tratar.

Entonces, no se puede interpretar, que no está en juego el síntico, es una manifestación orgánica, directamente, lo que no puedo poner en palabras, lo que no está en relación con los simbólicos, lo que es el problema, lo lleva al cuerpo, no lo puedo leer.

Para poder acercarnos a la constitución de la personalidad psicosomática, partiremos primero del estudio del comportamiento del niño en la fase del estadio del espejo.

El Sistema Nervioso Central del niño en ese momento todavía no ha madurado, su cuerpo aún no se puede coordinar, y se ve enfrentado a la imagen total del cuerpo del otro.

Presa del júbilo anticipatorio, desde su cuerpo, enviará la señal invistiendo de energía libidinal, el objeto, que no es otro que su propia imagen reflejada en el espejo.

Así, queda impactado por la anticipación psíquica, tomando conciencia de su propio cuerpo.

De este modo, el cuerpo del niño, encuentra su lugar en el mundo.

El enfermo psicosomático falla en el proceso de identificación primaria, es decir, con otro ser viviente. Ante el espejo reaccionará de otro modo:

La libido narcisista surgida, revestirá el objeto, o sea, su imagen reflejada, como ajena a su propio cuerpo.

La imagen lo anticipa, como si la señal partiera de ella, y no de su propio cuerpo. No se identifica en el espejo.

Al no reconocer que la señal viene de sí, de su escenario somático, se ve empujado a capturar afuera lo que él mismo refleja sin saberlo. Los límites entre el adentro y el afuera, son imprecisos. No hay distancia entre él mismo y los otros.

El proceso de identificación humano se constituye en dos movimientos, alienación y separación. Por la alienación queda unido al otro como semejante. En el segundo movimiento se separa como diferente.

En la personalidad de los psicosomáticos, se produce la alienación pero no la separación. Por tanto es incapaz para la relación con los otros, pues se constituye en la relación autoerótica.

Falla en su constitución como sujeto del deseo inconsciente. No adviene como sujeto dividido por el deseo, sino que el Yo entero se disocia para habitar una porción de su cuerpo, que, así, se hace más fuerte. Desde esa porción maneja la realidad.

El trastorno psicosomático afecta a la estructura pulsional, no a la función. No se desenvuelve en el campo de lo imaginario, sino de lo real. Es un cuerpo lesionado irreversiblemente, en el sentido de que no median los significantes.

La palabra no viene del Otro, sino que nace en su cuerpo, un cuerpo fragmentado, despedazado, enfermo. Diferente al cuerpo de la histérica, que es un escenario simbólico en su totalidad, atravesado por el lenguaje. El Yo en la personalidad psicosomática, habita un trozo del cuerpo, y desde allí responde al peligro. Responde a las amenazas psíquicas como si fueran biológicas.

Podríamos decir que el dolor es una señal de alarma que indica un goce intolerable, un displacer, del cual no puedo huir mediante la motilidad, es una detención de la motilidad, más que algo del orden de la sensibilidad.

De hecho hay personas muy sensibles con gran capacidad de dolor y personas muy insensibles que no toleran no poder resolver las cosas con acciones, en tanto el dolor petrifica, impide la acción, podríamos decir que es el impedimento de la acción lo que produce la acción

Habitualmente este tipo de pacientes se automedica, el médico pierde entonces la oportunidad de que se establezca la demanda. La relación que se establece con el analgésico es de extrema dependencia desde el momento en el que el dolor se va a desencadenar. El calmante calma, cumple su función, pero la vasoconstricción que ataja el ataque, prepara las condiciones para una nueva vasodilatación que vuelve a producir dolor. Así que se entra en un círculo de dependencia.

“Me duele la cabeza… no estoy para nadie…” es la frase reiterada y frecuente que tiene a mano el jaquecoso. Persianas bajadas, teléfono desconectado, puertas cerradas…

El psicoanálisis le propone hablar, hablar de su vida, ponerle palabras a eso que le estalla en la cabeza y para lo cual no tiene, aún, palabras.

Una persona angustiada es una persona que puede hacer muy pocas cosas, si además encima tiene la capacidad de tener ataques de angustia, quiere decir que no solamente durante todos los días de la semana hace mal todo sino que encima uno o dos días por semana lo hace peor, son enfermedades mutiladoras, como para ser tenidas en cuenta como enfermedades, eso estoy diciendo. Las cefaleas a veces no se calman con ningún analgésico, hasta que el paciente no va al hospital y la médica de guardia le da la pastillita pequeña, el paciente no se cura. Entonces yo digo, pero ¿esa pastillita pequeña que le da el médico de guardia no era la pastilla que él podía haber comprado en la farmacia? Bueno, pero es esa relación mínima con el médico de guardia lo que le cura, porque la pastilla se la podía haber tomado en su casa y cuando se las toma no se le va el dolor de cabeza. Después, una cefalea cuando se presenta, si es orgánica, es una cosa gravísima ¿o estoy confundido? Si me duele la cabeza por una causa orgánica es que ya estoy frito.

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