LAS RESISTENCIAS CONTRA EL PSICOANÁLISIS (2)

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LAS RESISTENCIAS CONTRA EL PSICOANÁLISIS (2)
Pasando del terreno científico y teórico al centro del sujeto, la vida, la resistencia forma parte misma del proceso psicoanalítico, de la lucha contra la enfermedad que se alía con el propio sujeto como si de un atributo de su personalidad se tratase.
El mismo paciente se defiende con múltiples reacciones, inconscientes, frente al progreso del tratamiento, frente a la aceptación de sus deseos inconscientes, frente a su implicación en la posición psíquica que ocupa.
El paciente tropezará, y eso deberá saberlo el psicoanalista, con dificultades cuando en el curso del tratamiento se le solicite comunicar con libertad su pensamiento, asociar libremente, esta dificultad se exacerba cuando nos acercamos a lo reprimido, al núcleo de la problemática y está próxima la interpretación y el cambio. Él nada sabe de tal oposición, su razón le dice que es el mayor interesado en la curación y el aprendizaje, pero su posición psíquica se resiste a modificar las ideas que, de alguna manera, cursan de forma independiente a una realidad más apropiada a sus circunstancias actuales.
Conociendo esto podríamos explicarle y ponerle en previo aviso de las dificultades que surgirán en el curso del tratamiento, pero esto no servirá para prevenir o salir victoriosos de la contienda, no podemos olvidar que se trata de procesos inconscientes de los que nada sabe la consciente y hacerlos conocimiento nada modificará, en todo caso puede alejar al paciente de las circunstancias de la transferencia que son, el único modo para el psicoanálisis, de movilizar estas energías en forma de resistencia.
Una muestra clara y relevante de cara al tratamiento de estas resistencias es la reacción terapéutica negativa, precisamente cuando le decimos al sujeto que ha mejorado de su padecimiento, aparece en él un empeoramiento de sus síntomas, algo que contradice toda lógica consciente. Pero no nos manejamos ya en la consciencia, estamos en el territorio del inconsciente y se nos exige el conocimiento de nuevas leyes, donde el sentimiento inconsciente de culpabilidad tiene un papel muy importante y donde se llega a castigar el propio bienestar y crecimiento, como si algo en uno necesitara del sufrimiento para ser.
No sólo con las resistencias del paciente o de los científicos tendremos que enfrentarnos, con la propia resistencia que anida en los practicantes del psicoanálisis que también se encontrará frente a sus propios deseos inconscientes y las vicisitudes que su aceptación nos depara. Seguimos padeciendo una moral que ya se desmoronó en los libros, pero que tenemos que hacer el trabajo de desplazar para dejar paso a nuevas concepciones, nuevas formas de salud. El psicoanálisis de la transferencia es el psicoanálisis de las resistencias al psicoanálisis.
Por qué ocurren estas resistencias, ya estamos viendo que debido a la dificultad de incorporar lo nuevo movilizando lo ya establecido, pero también porque el psicoanálisis nos desvela un material que el propio aparato psíquico se había ocupado de reprimir y apartar de la consciencia, el movimiento que lleve a acercarse a ese contenido, cada vez que alguien grita “tierra a la vista” surgirá el temor, la dificultad a encontrarse con algo de lo que uno no quiere saber.
Sabemos, sin embargo que lo inconsciente pulsa, no por permanecer reprimido deja de existir, su energía se desplaza a otras representaciones que nadan recuerdan a la original y que desvían la atención, también enferman al sujeto, pero esa energía y es el papel fundamental del psicoanálisis, está infrautilizada, no está a disposición de la realidad del sujeto, por ello habrá que enfrentarse a aquello de lo que no queremos saber para poder disponer de algo, que por humanos, es nuestro.
El tratamiento psicoanalítico puede ser considerado como una segunda educación, encaminada al vencimiento de las resistencias internas. La represión es un aparente ahorro pues, la incompatibilidad de la idea ahora reprimida con el yo del enfermo era el motivo de la represión, la aceptación del deseo intolerable hubiera hecho surgir un intenso displacer que la represión ahorraba, revelándose así como uno de los dispositivos protectores de la personalidad anímica. Una protección imperfecta responsable de la enfermedad o indisposición al provecho social del sujeto.
El psicoanálisis vendrá ahora como el ejercicio de reconciliar o madurar frente a lo que anteriormente el sujeto en soledad no pudo elaborar.