Lo quiero todo

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EL ESPÍRITU DEL TIEMPO

La vida es la tarea del hombre en este mundo,
Y así como los años pasan, así como los tiempos hacia lo más
alto avanzan,
Así como el cambio existe, así
En el paso de los años se alcanza la permanencia;
La perfección se logra en esta vida
Acomodándose a ella la noble ambición de los hombres.

FIEDRICH HÖLDERLIN Alemania, 1770

Para poder realizar un acto hay que poder pensarlo, hablarlo y eso es entre otros. Hay personas que quieren estar en todo, como se suele decir, “en misa y repicando”, quieren ser protagonistas en todo. La ambición no enferma a nadie, la ambición es mala para la religión no para el psicoanálisis, pero si tengo demasiada ambición y poca capacidad de trabajo, se corre el riesgo de enfermar.

Moralmente o neuróticamente podemos criticar o envidiar la capacidad de trabajo de ciertas personas que, verdaderamente, pueden estar a la altura de sus ambiciones y ser protagonistas en varios espacios. Es decir, que es desde los resultados que podemos valorar si ha sido una pre-potencia, una ambición desmedida, o una capacidad de trabajo que sobrepasa la nuestra. Quiso y pudo, chapó! Quiso y no pudo….

En el texto “El poeta y los sueños diurnos” dice Freud que puede afirmarse que el hombre feliz jamás fantasea, y sí tan sólo el insatisfecho. Los deseos insatisfechos son las fuerzas impulsoras de las fantasías, y cada fantasía es una satisfacción de deseos, una rectificación de la realidad insatisfactoria. Los deseos impulsores son distintos, según el sexo, el carácter y las circunstancias de la personalidad que fantasea; pero no es difícil agruparlas en dos direcciones principales.
Por ejemplo, en la mujer joven dominan casi exclusivamente los deseos eróticos, pues su ambición es consumida casi siempre por la aspiración al amor; en el hombre joven actúan intensamente, al lado de los deseos eróticos, los deseos egoístas y ambiciosos. Pero no queremos acentuar la contraposición de las dos direcciones, sino más bien su frecuente coincidencia; lo mismo que en muchos cuadros de altar aparece visible en un ángulo el retrato del donante, en la mayor parte de las fantasías ambiciosas nos es dado descubrir en algún rincón la dama, por la cual el sujeto que fantasea lleva a cabo todas aquellas heroicidades, y a cuyos pies rinde todos sus éxitos. Como veréis, hay aquí motivos suficientemente poderosos de ocultación; a la mujer bien educada no se le reconoce, en general, más que un mínimo de necesidad erótica, y el hombre joven debe aprender a reprimir el exceso de egoísmo que una infancia mimada le ha infundido para lograr su inclusión en la sociedad, tan rica en individuos igualmente exigentes.

LA VIDA ES SUEÑO (FRAGMENTO)

¿Que quizá soñando estoy,
aunque despierto me veo?
No sueño, pues toco y creo
lo que he sido y lo que soy.
Y aunque ahora te arrepientas,
poco remedio tendrás;
sé quién soy, y no podrás,
aunque suspires y sientas,
quitarme el haber nacido
de esta corona heredero;
y si me viste primero
a las prisiones rendido,
fue porque ignoré quién era;
pero ya informado estoy
de quién soy, y sé que soy
un compuesto de hombre y fiera.
Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos;
y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, (¡desdicha fuerte!);
¿que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA España, 1600

Goethe también nos recuerda que vida sólo hay una y que hay que aprovecharla, aunque nos equivoquemos, aunque midamos mal o no conozcamos nuestras fuerzas, a veces las cosas salen bien y, a veces, no, es humano seguir adelante, aprender de los errores y aceptar y humanizar también los errores de los demás, pues no somos todos hermanos y pasamos de forma efímera por este mundo. ¡Tendremos que apoyarnos, pues! Y en lugar de proferir insultos o lastimar al herido o equivocado, habrá que sacar el buen lado y destacar la intención, sin que eso medre en nuestras cualidades, pues nosotros también valemos para intentar lo nuestro. Seamos y soñemos, pues dijo antes Calderón, que bien hacen los sueños en este vivir inquieto.

CONTEMPLANDO EL CRÁNEO DE SHILLER

En el osario contemplar yo pude
de calaveras el montón ingente;
y el pasado evoqué; ya cano y frío.
En montón apilados, allí estaban
estrechamente unidos los que antaño
mortalmente se odiaron,
y aquellos huesos que chocaron fieros
unos con otros en tremendas luchas,
ahora quietos y mansos reposaban
al lado unos de otros sin protesta.
¡Omóplatos dispersos! Lo que otrora
llevaran sobre sí nadie ya inquiere,
ni nadie fija su atención en esos
miembros en vida bellamente activos;
en esas manos y esos pies ahora
de su vital encaje separados.
Pero también falaz vuestro reposo
es, ¡oh huesos cansados!, en la fosa;
que vuestra paz, turbando nuevamente
de la fosa a la luz del día os exhuman,
sin que de esas mondadas calaveras
nadie haga aprecio, indiferente al noble
cerebro que otro tiempo albergar pudo.
Mas para mí, iniciado, ese mensaje,
cuyo sacro sentido permanece
para los más herméticos, está claro;
y que al mirar aquella muchedumbre
de mondas calaveras, una extraña,
que entre todas hermosa descollaba,
ante mis ojos fulguró la clave
del misterioso enigma, y entre tanta
muchedumbre de rígida osamenta,
y aquellas lobregueces y estrechuras,
tan holgado sentíme y tan caliente
cual si sobre la muerte su raudal
un venero de vida audaz lanzase.
¡Con qué secreto hechizo cautivaba
aquella bella forma mis sentidos!
¡Aquel vestigio de una idea divina,
que fiel aún conservaba! Arrebatado
sentíame hacia ese piélago incansable
que sin cesar arroja hacia esas playas
de la vida dechados superiores.
¡Oh vaso misterioso! ¡Manantío
de oráculos profundos, cuán ufano
de tenerte en mi mano me sentía,
de poderte sacar devotamente
de aquella lobreguez, inapreciable
tesoro, a la luz del claro día
poderte contemplar sin traba alguna!
¿Qué más el hombre ambicionar podría
en este mundo, qué merced más alta,
que esta revelación del Dios-Natura?
Percibir del espíritu la fuerza
que estable en él por siempre se vincula
y ver con qué fuerza se mantiene
la reacción del espíritu a lo largo
de ese flujo y reflujo de los tiempos.

JOHANN WOLFGANG VON GOETHE Alemania, 1749

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