México 2024
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GRUPO CERO EN EL II CONGRESO DE FUNDAMENTOS DE SALUD MENTAL Y TRATAMIENTOS PSÍQUICOS
CIUDAD DE MÉXICO 2024
Del 12 al 16 de junio viajé, junto con Clémence Loonis, a Ciudad de México invitadas por Saúl Guadarrama, coordinador de Programas Sociales de la Fundación IMSS, en el marco del II Congreso de Fundamentos de Salud Mental y Tratamientos Psíquicos. Se celebró en la sede de SNTSS en la Calle Zamora, Colonia la Condesa, un renovado espacio en una de las colonias con más solera de la capital mexicana.
Las primeras imágenes de la Ciudad de México llegaron en el aterrizaje, casi a ras de suelo una inmensidad inabarcable vivía bajo esas alas que sobrevolaban ese espacio aún desconocido para mi. Casas y más casas en un territorio rodeado de montañas que, luego, resultaron ser volcanes. Nos recibieron en el aeropuerto Mary y Manuel que amablemente nos condujeron hasta el hotel situado en el Paseo de la Reforma, una gran avenida moderna rodeada de grandes edificios, junto a la zona rosa donde los jóvenes se divierten mientras otros se alojan en lujosos hoteles y trabajan en las grandes oficinas que se extienden en las alturas. Luego nos encontramos con Saúl, el artífice de nuestra estancia, tras varios años colaborando juntos nos encontrábamos por primera vez en persona, nos invitó a cenar y comenzó la aventura mexicana, pues en sus palabras nos iba describiendo opciones de visitas, costumbres, alimentos, su discurso de un embajador enamorado de su país y con grandes deseos de traer el psicoanálisis.
Al día siguiente llegaría el amanecer del congreso. Manuel nos vino a recoger y recorrimos las calles hasta la Colonia La Condesa, un coqueto barrio donde se intercalan viejos edificios con otros renovados o nuevos que alojan a una clase media acomodada que busca el diseño y la modernidad en calles sembradas de árboles y cables que sostienen con su maraña la complejidad de una ciudad que no tiene parecido en las ciudades europeas que conozco. El mexicano despierta temprano, el amanecer sorprende a las 6 de la mañana donde ya las calles se llenan de gente que camina hacia su trabajo, metrobuses repletos que distribuyen esa inmensidad humana que viaja cada día pasando varias horas en transporte púbico, bicicletas, vehículos particulares, metro, vehículos con su propio puesto de comidas que busca su esquina habitual para ganarse el sustento, todas las formas parecen insuficientes e insuperables para movilizar esa marea humana que colorea esta diversidad urbana.
Entre las imágenes grababas los viejos camiones y coches que sobreviven golpes y años de uso, los puestos de comida callejeros, quioscos, personas que salen de cualquier lugar y venden, inclurso dentro de los propios establecimientos, sus objetos, cantan en las terrazas con su orquesta portátil, venden flores, quesos, tortillas, todos buscan las formas de sobrevivir, el mexicano se las averigua. La ciudad funciona aunque parezca imposible, conviven el lujo y la miseria, la desesperación y la grata fortuna de existir.
En el congreso se inscribía la concurrencia, médicos y psicólogos del IMSS (Instituto del seguro social mexicano) que acudía en busca de respuestas, en busca de nuevas preguntas, a la propuesta elaborada por el equipo de la fundación IMSS. Nos reunimos en un despacho donde nos esperaba la directora de la fundación, Ana Lía, allí comenzamos a conversar sobre la salud mental y las necesidades actuales, iban llegando los ponentes el día y, también, el presidente honorario de la fundación, el honorable Dr. Romeo, que a sus ochenta y tantos, sigue su excelente trayectoria profesional de alto nivel. El día se acompañó por un almuerzo con nuestras estudiantes mexicanas Liz, Tonatzin y Karen y una velada nocturna con nuetro anfitrión Saúl en Coyoacán una preciosa colonia donde está situada la casa de Frida Kahlo, que se dibuja con calles rústicas, árboles y plazas concurridas, puestos de artesanía y comidas, y una feria inmensa del libro. Una noche que terminó cenando junto a mariachis que pusieron un broche musical a tan excelente compañía.
El viernes llegaría el turno de nuestras ponencias. Madrugando como fue costumbre en estos días de horarios mexicanos y madrileños, esperamos la señal para que Clémence hablara del cuerpo pulsional a la concurrencia, una excelente ponencia que desplegó, por fin, el psicoanálisis en el congreso, donde aún los procesos inconscientes no habían sido nombrados en ningún contexto. Luego llegaría mi espacio y el poder de la escucha, un tiempo que se quedó corto para desplegar la emoción de estar, por fin, en México ante tanto deseo de psicoanálisis y la complejidad de explicar lo que le puede cambiar la vida a uno cuando se decide a psicoanalizarse. Se planteaba a la concurrencia un despertar, una urgencia de incorporar a los equipos de trabajo de los sanitarios la supervisión psicoanalítica, la necesidad de trabajar conceptos teóricos fundamentales para entender el funcionamiento del aparato psíquico en la formación de médicos y psicólogos, lejos del racionalismo imperante. Una lucha a contracorriente en aguas contenidas por el poder de la farmacología y la negación de que las enfermedades mentales son psíquicas, es decir, no biológicas, no incurables, no eternas.
La poesía vino a endulzar esta intensidad matinal, de la mano de poemas de Miguel Oscar Menassa, Clémence, Liz, Tonatzin y Helena, pusieron letra y música que todos necesitamos para vivir. Si es posible el poema, es posible la vida.
Sin tiempo para más, sin café, sin desayuno, el congreso siguió, corto era el tiempo para tantas cosas que se proponían. Así siguió la mesa redonda donde había que lidiar con la psiquiatría y los llamados psicoanalistas que defendían propuestas biologicistas, la propuesta diagnosticar desde la tierna infancia, lo que llaman prevenir y es condenar a las etiquetas y al intervencionismo en el lugar equivocado: los niños. Mi propuesta alejar la estigmatización infantil y recomendar psicoanálisis a médicos, psicólogos, padres y educadores, responsables de ayudar a los más jóvenes a superar sus normales crisis de crecimiento en sociedades en crisis.
Llegó el final del congreso, extenuados y hambrientos, hechizados por la música de ANKA, nos fuimos a compartir mesa y conversaciones. Luego, continuando la amabilidad mexicana incomparable, Saúl nos condujo a Xoximilco para disfrutar del atardecer en una de sus trajineras donde grupos de personas celebran la vida con amigos y familiares mientras comen, beben y disfrutan de su tierra. Canales cual Venecia mexicana, aguas que conectan la música alegre de sus gentes y espacios verdes liberadores.
El sábado nos encaminamos a la ciudad mágica de Teotihuacan, un viaje en el tiempo bajo un sol que nos acarició de más. Hacia el norte de la ciudad de México, pasando al Estado de México, vimos las laderas repletas de infraviviendas, el teleférico que, no como aquí, se usa para transporte habitual de personas, nuevamente el ir y venir cotidiano que requiere largas distancias y largo tiempo que estas gentes acostumbran a diario y que no aja su amabilidad y hospitalidad al extranjero. Junto a las inmensas piedras de estas antiguas construcciones en Teotihuacan soñamos esos tiempos de gran ciudad cosmopolita donde la clase elevada vivía en una compleja organización social y un avanzado diseño urbano con saneamiento, viviendas diseñadas con arquitectura bioclimática y creencias que, tal vez, superan las religiones actuales que ignoran tantas y tantas cosas… Tras comprar algunos bellos recuerdos, nos fuimos a descubrir el inframundo y alimentar nuestras ansias del caminar. Así fuimos al misterioso restaurante Mictlán donde nos hicieron un ritual de sanación ahumándonos y poniéndonos en situación, dos hermosos jóvenes nos condujeron por la gruta que se abría bajo la superficie y nos contaban los descubrimientos hallados en el lugar. Otro hermoso almuerzo en buena compañía que luego nos encaminó a un increíble mercado de artesanía, nuevamente, en el corazón de la ciudad de México. Aquí las distancias, inmensas, parecen nada, no temen los kilómetros ni las horas de conducción, su cortesía con los invitados es indescriptible, ojalá los europeos aprendamos de nuestros hermanos latinoamericanos.
La tarde-noche puso el broche en un barrio lujoso, Colonia El pedregal, donde la clase alta de méxicana vive como europeos. Fuimos a un concurrido centro comercial donde se encuentra un también concurrido restaurante norteamericano especializado en cheesecake, donde disfrutamos de la compañía y la cena. Un broche de oro a un sábado excelente y algo tostado para nuestras blancas pieles.
El domingo la Dra. Marta Zapata y su esposo el Dr. Luis, ambos médicos oncólogos infantiles del IMSS, nos acompañaron en nuestra despedida de la ciudad mexicana. El menú una visita al Palacio de Bellas Artes donde nos esperaba un hermoso espectáculo del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández, todo un elenco de artistas que nos deleitaron con danzas y música de esta hermosa tierra. Luego paseo hasta el zócalo y la catedral, que dio paso al Templo mayor y su museo donde pudimos ver huellas de la rica historia prehispánica, en el recinto del Templo Mayor confluían los aspectos más importantes de la vida política, religiosa su mitología y económica de los mexicas, aquí tenían lugar desde las fiestas que el tonalpohualli marcaba hasta la entronización de tlatoanis y funerales de viejos gobernantes. La zona arqueológica fue descubierta en febrero de 1978, por un grupo de trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro que realizaban trabajos de excavación con la finalidad de colocar cableado subterráneo del metro. Al bajar el nivel del piso uno de los trabajadores golpeó una piedra circular con relieves. La piedra era una representación de la diosa de la luna Coyolxauhqui. Para rematar un increíble almuerzo con la catedral de fondo en la azotea del restaurante La Casa de las Sirenas, un buen sabor de boca para tan deliciosa primera visita a la Ciudad de México.