¿Quieres o no avanzar?

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La aportación de Freud es que el motor esencial del progreso humano es la lujuria.

La libido es sexual. Tiende a formar grupos cada vez más ligados los unos a los otros, mientras que la pulsión de muerte tiende a llevar de nuevo a esos elementos a separarse.

He venido estudiando en los tratamientos psicoanalíticos que vengo realizando, que el principal motor de cambio y evolución es el trabajo, ello sólo es posible cuando el paciente viene voluntariamente y favorece el encuentro con el terapeuta.

Las personas que desde un principio ponen impedimentos en la organización de las citas, el montante de los emonumentos o el cumplimiento de los pagos, no desean cambiar y entienden el análisis como un peligro del que defenderse.

Max Beckmann. Hombre cayendo, 1950. (Abstürzender). National Gallery of Art, Washington D. C. Donación de Mrs. Max Beckmann.

Freud descubrió la existencia de dos sistemas diferentes entre los que media una censura. Uno de ellos es el inconsciente, la parte más antigua de nuestro aparato psíquico, que contiene la herencia de las disposiciones instintivas humanas. De la relación de esta parte primitiva con la experiencia, surge el otro sistema, la conciencia, que podemos definir como un sistema eminentemente perceptivo, no tiene capacidad de memoria, está influenciado por prejuicios y juicios morales. Para que los contenidos del primer sistema, el inconsciente, lleguen a la consciencia tienen que atravesar una censura psíquica que deforma o reprime la tendencia inconsciente para que resulte irrenoconible por la conciencia.

Lo que en un sistema es percibido como placentero, en el otro no lo es, es displacentero.

El Yo media entre ambos sistemas para evitar el conflicto. Esa mediación a veces es defectuosa y produce la represión de la tendencia, por tanto aparecen síntomas en la vida de la persona.

Comienzan a producirse fenómenos que no pueden modificarse ni explicarse por la conciencia, pueden ser irracionales, y satisfacer las tendencias masoquistas inconscientes en la persona.

Esas personas que no ponen lo necesario a disposición del tratamiento, se condenan a un arduo padecimiento, porque lo que les domina es la represión, es decir, el rechazo de algo que precisa una transformación. Lo que se reprime permanece y tiende a expresarse de continuo, como “un día de la marmota”, una especie de destino cruel.

Alguien que no puede establecer un pacto de crecimiento o aprendizaje es alguien que se conduce como un niño que no obedece a la autoridad y consejo de sus padres. Todos sabemos cuán impetuosas y peligrosas pueden llegar a ser las tendencias del niño , la labor de los padres es moderar y civilizar esas tendencias para que pueda vivir en sociedad.

La vida entre otros requiere adaptación y aceptación, capacidad de sustitución y la posibilidad de pactar con otros compromisos grupales.

Poder colaborar con otros es lo que muestra nuestro carácter humano.

En las relaciones de pareja también se ven estas tendencias egoístas que impiden los pactos beneficiosos de vida.

Estas personas si no son capaces de iniciar un tratamiento psicoanalítico, se condenan a la incomprensión y la soledad.

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