Terapia sexual
Insatisfacción sexual en la pareja, impotencia o eyaculación precoz, vaginismo, falta de deseo sexual.
Podemos ayudarte a mejorar tu satisfacción sexual y la comunicación sexual con tu pareja.
La masturbación permite realizar en la fantasía desarrollos y sublimaciones sexuales que no representan progresos, sino sólo nocivas formas transaccionales.
Sólo una vez que ha enfermado podemos adjudicar tal o cual disposición, no tenemos ningún recurso para adivinarla con anterioridad.
Freud se refería a la masturbación como la adicción primaria e indicaba que las otras adicciones eran sustitutivas de esta.
La comunidad humana ha producido una sociedad donde llega a considerar la masturbación como una infidelidad, una moral que desde muy pequeños se ocupa de reprimir las manifestaciones sexuales del niño, en lugar de reorientarlas, y que nos llena la cabeza de miedos e historias sobre la curiosidad sexual, la masturbación y las relaciones sexuales.
Muchas parejas que nos consultan por terapia de pareja atraviesan por graves crisis por motivo de la masturbación y la sexualidad.
La autosatisfacción sexual forma parte de toda sexualidad normal, pero puede chocar con los valores morales de las personas. Conceptos como fidelidad e infidelidad pueden intervenir y generar grandes disturbios en las parejas.
Nosotros aconsejamos dejarse asesorar por el terapeuta para poder establecer en la pareja una relación más sana y satisfactoria.
Muchos adultos están confundidos en el terreno sexual y llegan a esta etapa de la vida con una sexualidad muy rudimentaria y, en general, muy insatisfactoria. Un porcentaje casi escandaloso de personas adultas no mantiene relaciones genitales con otras personas con frecuencia, y son muchos los que llegados a los 40 años abandonan las relaciones sexuales con otras personas por falta de recursos personales y emocionales, renunciando con ello a una parte fundamental de la vida de las personas.
De este modo, son muchos los que llegan a la etapa adulta confundidos, insatisfechos y con poca experiencia de satisfacción en lo que respecta a la sexualidad.
Uno de los reproches que la comunidad científica y una parte de la sociedad le hacía al investigador Sigmund Freud, era que en su obra le daba especial importancia a la vida sexual de las personas en el desarrollo, no sólo de los trastornos llamados mentales, sino también en la propia vida normal y sobresaliente de las personas. Está claro que el autor no fue entendido en lo que bien pudo explicar en las miles de páginas escritas por él desarrollando la Teoría del Insconsciente.
Freud dejó bien claro que cuando habla de la importancia de la sexualidad en la vida de las personas tenemos que ampliar ese concepto, es decir, sexualidad es todo lo tocado por la palabra, incluyendo la genitalidad. La sexualidad es el modo de relacionarse de las personas y ese desarrollo comienza desde el mismo momento de nuestro nacimiento. Somos sexuales desde nuestras primeras relaciones afectivas y estas serán tomadas como modelo para las posteriores relaciones de nuestra vida.
Uno de los reproches que la comunidad científica y una parte de la sociedad le hacía al investigador Sigmund Freud, era que en su obra le daba especial importancia a la vida sexual de las personas en el desarrollo, no sólo de los trastornos llamados mentales, sino también en la propia vida normal y sobresaliente de las personas. Está claro que el autor no fue entendido en lo que bien pudo explicar en las miles de páginas escritas por él desarrollando la Teoría del Insconsciente.
Freud dejó bien claro que cuando habla de la importancia de la sexualidad en la vida de las personas tenemos que ampliar ese concepto, es decir, sexualidad es todo lo tocado por la palabra, incluyendo la genitalidad. La sexualidad es el modo de relacionarse de las personas y ese desarrollo comienza desde el mismo momento de nuestro nacimiento. Somos sexuales desde nuestras primeras relaciones afectivas y estas serán tomadas como modelo para las posteriores relaciones de nuestra vida.
De esta forma el Psicoanálisis señala la importancia de considerar otra educación sexual que no sea basada en la represión, sino en redirigir esas tendencias primitivas y comunes de todos los seres humanos hacia fines más elevados donde el hombre y la mujer no tengan que ocupar lugares de sometimiento, sino de cooperación y colaboración.
Tenemos que pensar la masturbación como una primera manifestación sexual del niño, forma parte de la investigación sexual y el descubrimiento de nuestra capacidad de experimentar placer. Esta investigación atraviesa varias fases que se asientan sobre la maduración de nuestro sistema orgánico y afectivo.
La primera fase tiene como protagonista la boca y ese órgano es el que le sirve al niño para explorar el mundo y experimentar sus primeras situaciones placenteras con el mundo exterior y de forma autoerótica.
Posteriormente conquista la zona anal, la expulsión y retención de la materia fecal, la relación con los cuidadores, la caca como primer regalo del niño hacia sus figuras afectivas y también la muestra de su obstinación y rebeldía frente a las indicaciones educativas externas.
Luego será la zona genital la que conquista su protagonismo, en este momento aún no hay diferencia entre masculino y femenino, sólo hay un órgano directivo, el pene y su atribución a cualquier otro organismo vivo o cosa. Posteriormente el niño y la niña descubren que no todos tienen y se producen las primeras decepciones y la primera reacción al miedo a la pérdida.
La masturbación infantil está asociada a esta exploración corporal y a la reacción del niño a sus primeras relaciones amorosas, que en estos momentos son sus propios padres y hermanos. Con su actividad autoerótica el niño expresa su descarga de la excitación que le generan esas relaciones y también cómo tiene que renunciar a ella para seguir siendo amado por los padres. Aquí aparece la amenaza de castración, los padres le indican que no puede seguir comportándose de esa manera rebelde y debe aprender ciertas normas de conducta social.
La permanencia de esa masturbación infantil perjudica el desarrollo de la sexualidad normal. Cuando permanecen las fantasías inconscientes incestuosas no se tiene en cuenta a ninguna persona real, no hay objeto exterior, no hay realidad, su permanencia sobre una sexualidad con una otra persona tiene efectos perniciosos en la potencia y satisfacción sexuales. Supone una inmadurez sexual.
Freud deja indicado que la masturbación en sí no es perjudicial, ya que forma parte de la conducta sexual normal, pero su permanencia o exclusividad aparta al sujeto de las relaciones con otras personas sí es perjudicial. Es decir, si en lugar de hablarle a una chica para gustarle y conseguir una cita, te encierras a fantasear y te masturbas, te alejas de la realidad, no aprendes a hablar, no consigues nada, y no tienes en cuenta con tu conducta sexual que cuando vayas a estar verdaderamente con una chica en el encuentro sexual el ritmo no será el de tu fantasía.
Estar con otra persona es entregarse a la situación. La mujer le da el pene al hombre y el hombre le da la vagina a la mujer. El encuentro sexual no existe, la relación sexual no existe, es una producción, no deja huellas, cada uno se relaciona con sus propios fantasmas. Por eso la sexualidad es social, no individual, por eso una sexualidad centrada en las fantasías es perjudicial.
La masturbación no es la mejor opción sexual. Masturbarse con frecuencia y estar obsesionado con ello es patológico para la sexualidad amplia y normal. El trastorno obsesivo compulsivo en muchas ocasiones lleva a la persona a obsesionarse con el tema sexual y le consume mucho tiempo y energía psíquicas, con gran perjuicio para su vida.
La masturbación permite realizar en la fantasía desarrollos y sublimaciones sexuales que no representan progresos, sino formas nocivas. Es decir, mucha paja pero nada ha cambiado, los demás consiguieron cosas mientras tú estabas en la fantasía.
Contacta con nosotros si quieres mejorar tu satisfacción y salud sexual.
Ya les gustaría a muchos que existiera la “píldora de la felicidad”. Algunos creyeron encontrarla en el fármaco Viagra que se presentaba como la panacea para la impotencia sexual. Sin embargo, años después y, pese a su uso extendido y el desarrollo de fármacos de similares características, la impotencia sigue siendo un agujero negro en el que muchos podemos vernos inmersos en algún momento de nuestra vida.
No existe persona alguna que no haya atravesado por un momento de impotencia o frigidez. Esto nos ha de llevar a considerar que cuando hablamos de impotencia no debemos pensar todo el tiempo en un pene erecto o flácido, sino en situaciones diversas en las cuales el sujeto, masculino o femenino, no alcanza el éxito cuando éste es esperado.
La impotencia y la frigidez, en sus diferentes maneras de mostrarse, son trastornos muy comunes y extendidos que acompañan a la vida erótica corriente.
Las relaciones sexuales no son más que una de las múltiples expresiones de la vida del sujeto, una alteración de las mismas apunta a una manera patológica de relacionarse con el mundo. La pulsión sexual no tiene como fin original la reproducción, sino la consecución de placer, por ello la conducta sexual de una persona constituye el prototipo de todas sus demás reacciones.
La impotencia sexual la padecen alrededor del 20% de los varones. Se clasifica como víctima de impotencia o disfunción eréctil a todo hombre que no tiene una erección lo suficientemente rígida para permitir la penetración, así como a aquellos que la pierden ante un cambio de postura o poco después de la penetración. Un impotente en sus relaciones sexuales será probablemente impotente para otras actividades, por ejemplo escribir, hablar en público, etc.
Esta perturbación ataque precisamente a individuos de naturaleza intensamente libidinosa. A pesar de existir deseo a realizar el acto, el órgano no responde. El fallo no se produce, en la mayoría de los casos, sino con una persona determinada y nunca con otras. La inhibición de su potencia viril depende, según esto, de alguna cualidad del objeto sexual.
La terapia de los trastornos sexuales que ofrecemos en la consulta tiene magníficos resultados. Si crees que estás padeciendo impotencia sexual, disfunción erectil o cualquier tipo de trastorno que te genera insatisfacción en tu sexualidad, consúltanos.
La frigidez es la imposibilidad por parte de la mujer de llegar al orgasmo durante el coito. Para la falta de apetito sexual, se reserva el término de anafrodisia. El vaginismo consiste en una contracción involuntaria de los músculos de la vagina que llega a impedir la penetración. Las causas son siempre psíquicas. El término de dispareunia hace alusión a una sensación dolorosa durante el coito. En este caso, hay que descartar causas médicas, como estenosis vaginales (estrechamiento anatómico de la vagina), o procesos infecciosos como las vaginitis que producen dolor con la penetración. Una vez descartadas las causas orgánicas, el resto son psíquicas, y deben recibir tratamiento psicoanalítico.
La frigidez puede ser síntoma de una histeria. El deseo de la histérica es mantener su deseo insatisfecho. No es que no desee, desea eso: mantener el deseo insatisfecho.
El psicoanálisis es la mejor terapia y más eficaz.
En la histeria es típica la seducción hasta llevar a la pareja al borde de la cama, y cuando está allí se pregunta: ¿pero qué hacemos aquí desnudos? Para ella todo el juego se termina en la seducción, en sentirse causa del deseo del otro.
También se observa, en estas pacientes con frigidez histérica, que no pueden disfrutar con su pareja, porque creen que en
algún lugar hay una pareja perfecta, que tiene “verdaderas relaciones sexuales”, que están hechos el uno para el otro….la teoría de la media naranja.
Nunca son felices con la pareja actual, pero creen que lo serían con otra.
Esta alteración, se soporta por las mujeres mejor que la impotencia por los hombres. Esto es porque hay un goce en la frigidez. Es decir, ella está cómoda en la posición de ser causa del deseo de él: no le importa tanto gozar ella, o podemos decir que el goce de ella es que él goce. Para él no es así, su goce no es que ella goce.
La represión sexual a la que ha sido durante siglos sometida la mujer contribuye en parte a la frigidez. Socialmente tampoco está bien visto que la mujer desee. Si él desea, es un “machote”, si ella desea, es una casquivana. Esta misma represión sexual, ha sido responsable también de que ella haya figurado menos hasta el siglo XX-XXI en las producciones científicas, literarias.
Al reprimir la sexualidad, se reprime también el pensamiento.
Las relaciones sexuales se complican hasta lo indecible, cuando dos quieren ser uno, cuando se busca la felicidad única, el
orgasmo al unísono, cuando haces lo que te gusta que te hagan a ti, en vez de averiguar lo que le gusta al otro, cuando no se
acepta que son dos y radicalmente diferentes. No es un goce compartido, es el encuentro de dos maneras de gozar, totalmente diferentes.
Hemos observado que a la mujer que padece frigidez o dificultad para realizar un encuentro sexual satisfactorio, le cuesta ponerse en posición de deseante. Él es el que desea, y ella el objeto de su amor.
El psicoanálisis nos dice además, que en el encuentro sexual, no se goza del cuerpo del otro, aunque pueda parecer así, se goza del propio cuerpo, por intermedio del cuerpo del otro, de la pareja. Podríamos decir entonces, que es el hombre el que le
da a la mujer la vagina, el que le permite a ella gozar de su cuerpo, y es la mujer la que le da al hombre el pene, la que le permite a él gozar de su cuerpo. Por eso, en toda impotencia o en toda frigidez, además, está en juego para quién es el síntoma, a
quién se le ofrece como ofrenda, en este caso el perjudicado es la pareja sexual, está por tanto en juego la intención inconsciente de “molestar” al partenaire sexual.
El cuerpo es una construcción, nuestro cuerpo no es exclusivamente lo que vemos con nuestros ojos.
La frígida, no tiene vagina, no tiene agujero, aunque anatómicamente, lo tenga. Negar el cuerpo, lo enferma. En este caso, ella -la frígida- niega la existencia de la vagina, para negar la diferencia sexual. Es imposible ser penetrada si hay un “pene imaginario”, el de Ella, obstruyendo la entrada.