Tratamiento de las obsesiones (TOC)
TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo)
Hablar del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) o de la Neurosis Obsesiva es hablar de una de las estructuras psíquicas más complejas y, esta complejidad, se ve reflejada en sus síntomas. Hablaremos del síntoma como la manera de procesar un deseo no tolerado para la persona. Llegamos a decir que para esa persona, en ese momento, el síntoma es una solución. Y esto no es ni mejor ni peor, es una manera de posicionarse frente al deseo, aunque también hay otras que producen resultados diferentes. En muchas ocasiones, los síntomas ayudan a los pacientes a llegar a la consulta de un psicoanalista o de un médico. Una de las características principales de los pacientes con TOC es la tendencia a culparse y reprocharse, cosas o sucesos, de los cuales no han participado, se culpan de los robos, crímenes y delitos que, por ejemplo, pueden llegar a ver los periódicos o en la televisión, con los que nada han tenido que ver.
La culpa manifiesta que siente el obsesivo es precisamente por haber gozado, por hacer sentido placer, pero como no sabe de qué gozó o con qué sintió ese placer, ya que aquel acontecimiento que recuerda de su infancia, queda desligado, separado, por el mecanismo de la represión, la sensación de placer del afecto.
El obsesivo recuerda perfectamente la escena o el pensamiento que tuvo, pero no siente nada frente a él, no tiene ningún sentido, ningún valor para él, ya que el afecto ha sido desplazado, conscientemente a otra representación.
Por el contrario el afecto o el placer sentido busca en la realidad actual acciones o pensamientos a los que enlazarse. Va de representación en representación, produciendo las ideas o representación obsesivas. Busca en la realidad, constantemente, motivos para culparse y así poder castigarse, por aquel placer vivido. El obsesivo se siente culpable de algo que desconoce, culpable de algo que no cometió. Este es el conflicto principal de la neurosis obsesiva.
Los síntomas en la neurosis obsesiva son muchos y se agrupan por su tendencia. Por un lado, están las prohibiciones, medidas preventivas y penitencias y, por otro, las satisfacciones sustitutivas disfrazadas simbólicamente. Por ejemplo, hay personas que cuando salen de casa tienen que volver a entrar varias veces porque temen haberse dejado el gas encendido o las ventanas abiertas. Esta acción la tienen que repetir varias veces antes de salir (medida preventiva), o aquellas personas que se lavan las manos compulsivamente, incluso hasta perjudicarse la piel. Otro ejemplo sería aquel que tiene que ponerse y quitarse 40 veces el calcetín, son todo rituales que en muchos casos ocupan horas, diariamente, dentro de la vida de esa personas (satisfacción sustitutiva disfrazada simbólicamente).
En ocasiones es su manera de relacionarse con la realidad, ellos se relacionan en su pensamiento con las personas que les rodean, se dicen constantemente las cosas que tienen que hacer pero nunca llegan a hacerlas, porque para ellos pensar es como un hacer, pero claro el efecto en la realidad no es el mismo. Esto les lleva a un aislamiento, ya que se relacionan con todos, pero en su pensamiento, no necesitan hacerlo en la realidad, cada vez se van aislando más y más, así todo sucede como ellos desean, sin contradicciones. El aislamiento representa, para la Neurosis Obsesiva, uno de sus mandamientos más importantes, por medio del cual, evitan el contacto. Si comparamos este proceso con el de los enfermos infecciosos dentro de un hospital, vemos una clara similitud, ya que estos son aislados para evitar el contagio con el resto de los pacientes. Esto mismo sucede con el Trastorno Obsesivo Compulsivo, pero a nivel de pensamiento. Llegan a evitar hasta el contacto erótico, las relaciones sexuales, que en muchos casos tienen a transformarse en una conducta agresiva hacia los otros. Por medio del aislamiento pierde toda posibilidad de contacto, no quiere contagiarse de ser un humano entre otros humanos, evita cualquier contacto que le recuerde su mortalidad.
Soluciones
Este camino del Trastorno Obsesivo Compulsivo perturba, entre otras cosas, el trabajo, debido, por un lado, al asilamiento y, por otro, a uno de los efectos de este, es decir, a una continua distracción y a la pérdida de tiempo de las incesantes interrupciones y repeticiones impuestas como ideas o como actos obsesivos.
El psicoanálisis sabe cómo tratar el Trastorno Obsesivo compulsivo (TOC), proporcionando al paciente herramientas para aprender a gozar de otra manera. La medicación en estos casos es un tratamiento ineficaz que puede disfrazar los síntomas pero no resuelve el conflicto desatado frente a su propio deseo.
Tratamiento TOC
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SOBRE LA NEUROSIS OBSESIVA
Hablar de neurosis obsesiva es hablar de una de las estructuras psíquicas más complejas.
La neurosis obsesiva manifiesta sus primeros síntomas, por lo común, en el segundo período de la infancia (de los seis a los ocho años).
Para el psicoanálisis, un síntoma es una manera de procesar un deseo intolerable para el sujeto, un síntoma es una solución.
En 1896, Freud enuncia que en la etiología de la neurosis obsesiva, igual que en la histeria, existe un componente sexual infantil que actúa como motor, como deseo. Hablamos de un deseo sexual infantil reprimido. La diferencia entre ambas patologías es que, en la neurosis obsesiva, el componente sexual es vivido con placer, el sujeto goza de esta experiencia de manera tal, que toda su vida buscará la repetición, siendo imposible su realización. En cambio, para la histeria dicha experiencia es displacentera.
En cierta manera, el neurótico obsesivo huye de las exigencias de la vida y se refugia en sus síntomas. El Yo sucumbe por decirlo de alguna manera al super Yo. El deseo del neurótico es un deseo imposible.
Parece que en la neurosis obsesiva ha habido un apresuramiento en el desarrollo de las funciones del yo respecto al desarrollo libidinal, esto da origen a una fijación en la fase pregenital sádico-anal. Los neuróticos obsesivos han desarrollado una supermoral para defender su amor de objeto contra la hostilidad que acecha tras de él. El odio es el precursor del amor. El psicoanálisis requiere absolutamente admitir las pulsiones sexuales parciales, las zonas erógenas y la extensión del concepto de sexualidad que incluye a la «función genital».
En el neurótico obsesivo, este periodo conlleva la regresión de la libido, la constitución de un superyó muy severo que otorga al yo sus límites éticos, obedeciendo a la severidad del superyó. Es por esto por lo que desarrolla formaciones reactivas en forma de hipermoralidad, compasión y limpieza excesivas.
La mayoría de los síntomas, en la neurosis obsesiva, son reproches transformados, que retornan de la represión y que se refieren a una situación sexual de la niñez ejecutada con placer. La culpabilidad y los reproches, en la neurosis obsesiva, están muy presentes. El sujeto se culpa por haber gozado y debe castigarse; el componente de satisfacción pulsional, queda inconsciente, por medio de la represión.
El obsesivo se siente culpable de algo que desconoce, culpable de algo que no cometió.
Es muy importante discriminar que la neurosis obsesiva, junto a la histeria y la fobia (es decir, las neurosis de transferencia), nos hablan de un conflicto frente la sexualidad infantil, mientras que la neurastenia, la neurosis de angustia y la hipocondría (las llamadas neurosis actuales), se fundamentan en un conflicto frente a la sexualidad actual.
En la neurosis obsesiva es alcanzada la satisfacción en el síntoma, en forma de actos obsesivos, por ejemplo, se mete y se saca cuarenta veces el calcetín como metáfora de la masturbación.
Una de las características fundamentales de la neurosis obsesiva es la erotización del pensamiento. Hay una importante ambivalencia afectiva que se ve reflejada en síntomas donde hay una acción y la siguiente que pretende borrarla. En cada decisión a la que se enfrente encuentra por los dos lados, impulsos de la misma energía pero contrarios. Este camino de la neurosis obsesiva perturba, entre otras cosas, el trabajo, debido a una continua distracción y a la pérdida de tiempo de las incesantes interrupción y repeticiones.
También se da el fenómeno del aislamiento con el que el neurótico obsesivo escenifica un conflicto entre la libido del yo y la libido objetal. Persigue, en un principio, el contacto erótico y, luego, después de la regresión, persigue el contacto disfrazado de agresión. A través del aislamiento, suprime por completo la posibilidad de contacto. En este síntoma, se ve claramente que el obsesivo evita, en realidad, ser un mortal entre otros mortales.
En la fobia y en la neurosis obsesiva vemos cómo, tanto uno como otro, van desarrollando síntomas para no sentir angustia, es decir, que si impedimos que el obsesivo lleve a cabo sus rituales o sus abluciones o cualquiera de sus síntomas, entra automáticamente en angustia.
El obsesivo está dominado por un sentimiento inconsciente de culpabilidad, tiene culpa por algo que no ha cometido y que desconoce, y busca cometer transgresiones e infringir prohibiciones para poder así hacerse merecedor de castigos que den razón de ser a su culpa y al mismo tiempo la aplaquen.
El neurótico obsesivo no tolera las diferencias propuestas por la sexualidad, por eso, se encarcela allí donde ni es hombre ni es mujer, huyendo de todo aquello que le recuerde su mortalidad. Para ello, desarrolla síntomas tremendamente floridos que logren satisfacer su deseo, imposible, de inmortalidad.
El neurótico está juzgando un deseo infantil reprimido con la moral adulta, actual, está juzgando con la moral actual un periodo infantil amoral.
Cuando el sujeto piensa algo relacionado con su deseo, surge en él el temor de que va a suceder algo terrible, lo que se llama el temor obsesivo. En el temor obsesivo el afecto penoso toma claramente un matiz inquietante y supersticioso, y da ya origen a impulsos tendentes a hacer algo para alejar la desgracia, se impondrán las consecuentes medidas defensivas.
El carácter psicológico de la neurosis obsesiva tiende a hacer el mayor uso posible del desplazamiento y paulatinamente su indecisión se extiende a toda la vida del sujeto, quedará instaurado el régimen de la obsesión y la duda. El obsesivo quiere saber lo que no se puede saber. La actividad mental del sujeto queda sexualizada.
El sujeto aquejado de neurosis, por sí mismo no puede hacer otra cosa que desplazar o sustituir su obsesión, reemplazando una idea absurda por otra que quizá lo es menos, cambiando de precauciones y prohibiciones o variando el ceremonial. Puede desplazar la coerción, pero no suprimirla. La capacidad de desplazamiento de los síntomas, desde su forma primitiva a otra muy alejada y diferente, constituye uno de los principales caracteres de la neurosis obsesiva.