Sobre la depresión o melancolía

Sobre la depresión o melancolía

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… En muchas depresiones no solemos distinguir claramente lo que el sujeto ha perdido, algo ha perdido pero no sabe qué. A veces el paciente sabe a quién ha perdido pero no lo que con él ha perdido. Ejemplo: se muere la madre del paciente, el paciente en apariencia hace un duelo normal en el sentido de que llora, está unos días triste, esto, lo otro. El paciente pierde a su madre y hace como una tristeza pequeña, aparentemente elabora el duelo, va a trabajar vuelve de trabajar, vuelve a tener relaciones con su mujer, sale va por la calle Princesa con los hijos. Y un día pierde el camafeo donde estaba la fotografía de su mamá y ahí se instala en él una melancolía. El paciente sabe lo que perdió, va al médico y le dice perdí el camafeo. No, ese día de la pérdida de la fotografía de la mamá, acaba de morir la mamá, ese día, no el día que murió la mamá sino el día que él perdió el camafeo, es decir a veces ciertos objetos de ciertos seres amados, y esto sí les pasó a todos, son más importantes que los objetos amados. El doctor guarda en un cajón de su escritorio un pañuelito de seda bordado con las iniciales «Peti te amo» sin embargo Peti ya no está más en su vida, pero el pañuelito sí, bueno cuando pierda el pañuelito verá lo que perdió cuando perdió a aquella mujer. La mujer, el amor, el hombre también, les puede pasar con un hombre también, el hombre queda embalsamado en el pañuelito, embalsamado en la fotografía. Ustedes se dan cuenta que cuesta menos trabajo ir con una fotografía en el bolsillo que con una mujer colgada del brazo. Es más barato.

Creyendo que hace una economía psíquica ha tomado el camino de la enfermedad, que generalmente ocurre así, en todos los ahorristas. Todos los que ahorran energía psíquica terminan en el hospital. La energía psíquica está hecha para ser gastada, el deseo está permanentemente en actividad, cuando deja de estar en actividad el deseo, morimos, por lo tanto la enfermedad es cada vez que yo detengo el funcionamiento del deseo, que no se detiene, es decir, los intentos de detener la producción… (Entran tres congresistas) estuvimos hablando toda la mañana de ustedes tres ¡qué suerte! En serio, ellos nunca lo sabrán, porque cómo se lo explicamos, imposible. Eso de que el paciente sabe lo que ha perdido pero no lo que perdió con eso que perdió, debemos entonces relacionar la melancolía dice Freud con una pérdida de objeto sustraída a la conciencia, y ésta es la segunda diferencia importante con el duelo, en el cual nada de lo que respecta a la pérdida es inconsciente, la inhibición melancólica nos ofrece una impresión enigmática.

En el duelo el mundo aparece desierto, empobrecido frente a los ojos del sujeto, en el duelo normal. En la melancolía es el yo lo que ofrece estos rasgos a la consideración del paciente, el paciente nos describe su yo como indigno de estimación, incapaz de rendimiento valioso alguno y moralmente condenable, son tres cosas que ustedes sienten en los pasillos de la institución… indigno de estimación (el profesor no me quiere), incapaz de rendimiento valioso alguno (la ponencia que voy a dar no sirve), y moralmente condenable (porque me copié de un libro y de otro libro). Se dirige amargos reproches el paciente, se insulta y espera la repulsa y el castigo, por eso que tienen un alivio cuando alguien los castiga. Si él no me besa, todavía no siento nada, pero si él me dice que no me besa por lo que le hice anteanoche, siento un alivio de ese castigo, leve en realidad, por aquella falta cometida. El cuadro se completa y aquí entramos casi todos, con insomnios, inapetencias y un sojuzgamiento total casi total de las funciones sexuales, el paciente es realmente tan incapaz de amor, de interés y rendimiento como dice, pero todo esto es secundario dice Freud, y constituye un resultado de la ignorada labor que devora a su yo.

Es decir que toda la sintomatología que es considerada como la sintomatología de la depresión, de la melancolía, Freud dice: pero todo esto es secundario y constituye un resultado de la ignorada labor que devora a su yo. Y, por último, comprobamos que el melancólico no se conduce como un individuo normal, agobiado por los remordimientos, carece en efecto de todo pudor, más bien tiene deseo de comunicar a todo el mundo sus propios defectos. Observen que no es normal, como si en este rebajamiento hallara una satisfacción, es decir, es tanto el interés que el melancólico pone en denigrarse, en insultarse y en reprocharse que Freud sospecha, que en este rebajamiento encuentra el paciente un goce, un placer. 

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Miguel Oscar Menassa

Extraído de: PONENCIA INAUGURAL. VI Congreso Internacional Grupo Cero
La Depresión una enfermedad sin rostro 1998

    

DIFERENCIA ENTRE SALUD Y ENFERMEDAD
UN EJEMPLO: DUELO Y MELANCOLÍA

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