OTRA VIDA
El nuevo libro de Helena Trujillo
OTRA VIDA es el tercer libro de poesía de Helena Trujillo, poeta y psicoanalista del movimiento científico-cultural Grupo Cero. Conferenciante, codirectora de Grupo Cero Televisión, promotora cultural y profesora de psicoanálisis, es coautora de libros de psicoanálisis.
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Un libro profundo, de una gran originalidad en el lenguaje y la composición en todos los poemas, aunque, en algunos, además, con una rotundidad de contenido y capacidad expresiva que los hacen magistrales. Otra vida es un libro con oficio, con mucho oficio, que da un salto cualitativo importante respecto a anteriores poemarios.
El discurso de Helena Trujillo es bello, nuevo, duro también a veces, sin concesiones a la galería y, precisamente por esa fuerza y belleza de su escritura, delicioso de leer y escuchar. No hace falta esperar a un recital suyo para escuchar su palabra. Porque se queda en nosotros después de leerla y nos habla en silencio cuando cerramos su libro.
Emilio Porta, Escritor, Vicesecretario y director de Publicaciones de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles.
Rodeada de poetas, la lectura de la poesía fue la principal participante de esta aventura de la que surgen nuevas formas que ahora le pertenecen y que nos enseñan de qué manera una voz puede apropiarse de otras voces y luego más allá de ella misma, ubicarse en un tiempo que salta sobre lo profundo y lo invisible, y se hace parte de una respiración que humedece de humanidad lo que cotidianamente circula.
Norma Menassa, Poeta, Médico y Psicoanalista
LA NUEVA GENERACIÓN
No seremos buitres acostumbrados a compartir carroña,
ni estandartes furiosos atrincherados en el pasar del tiempo,
no estúpidas panteras himplando a una luna imaginaria.
Queremos bajar de la colina, ir a las ciudades,
atravesar borrascas, la nefasta represión.
No tenemos esquemas ni precipitados químicos,
sondeamos con calma la escritura, conversamos.
Somos la nueva generación.
Cultivadores del grupo.
Productores del sexo que no es vicio.
Un amor aprendido de los libros.
Otra generación.
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POEMA EN BICICLETA
Nunca me imaginé esta condena
que me obliga a ver el mundo
desde este lado del cristal.
El silencio no es atroz,
la luz inunda las coloraciones,
el aire es más puro que nunca.
Los pasos ya no se consignan entre calles,
los días se suman a los sueños
y una propagación de peces
hacen de aquel rival un recuerdo indiferente.
Pedaleo en las horas que bajan del piso 12,
un decreto apagó el rumor constante de los oficinistas.
Se ha detenido el reloj en la alfombra
que vuela en el amor sus acertijos.
Juego en el salón un baile de máscaras,
tengo un océano en las tripas,
el verde se traga todo el sol,
deambulo de salto en salto
mientras cantan los pájaros.
Subo una montaña más, filas de libros,
pedaleo y la sangre hierve en su poltrona,
un kilómetro más, la boca seca.
Llaman a la puerta tres zapatos,
entran a este jardín de aplausos y de albatros.
ARRESTO DOMICILIARIO
Me declaro inocente, señor juez.
Yo no animé ninguna invasión a un país extranjero,
no alenté guerras fratricidas ni el uso de gases asesinos,
no financié células terroristas
ni violé mujeres o niños inocentes,
no contaminé ríos con mis manos,
no inventé falsas noticias,
no robé los bienes del vecino
ni envié fragatas amenazadoras,
no interpuse querellas contra los que hacían comercio
ni derroqué gobiernos elegidos democráticamente,
no acosé ni abusé de mi poder,
no presumí de mis delirios.
Sólo trabajé, trabajé para tener una casa,
pan en las comidas, una página en blanco y bolígrafos,
algunos bolígrafos para tener alguna pequeña historia.
Sólo saludé al entrar y salir de los lugares,
una sonrisa compañera todos los días,
alguna frase que calmara las ansias del nervioso,
leí libros para trocar un pensamiento egoísta
por otro amplio y cercano al ser de nuestro tiempo.
Sólo miré como un idiota lo que otros hacían
en sus elegantes despachos desteñidos,
en sus grandes salones pornográficos
en sus bajos fondos pordioseros.
Sólo me mantuve en mis piernas erguidas
con los ojos clavados en aquél lejano horizonte.
Yo soy inocente, señor juez,
no contraje el virus, no lo inventé, yo no lo llamé,
no lo usé para herir a nadie, no quise ningún mal ajeno.
Yo sólo conté los escalones que subían a un saber más alto,
sólo compré humildes vestimentas,
sólo paseé por el parque a la hora de los niños
para oír sus juegos y las carreras de los padres
tras el crecimiento inalcanzable del futuro.
Yo no lo hice, señor juez,
no calculé ningún déficit financiero,
no desvié fondos ni voté leyes injustas,
no soborné con el peso de la pólvora
ni traicioné al que ayer era compañero,
no abrí cuentas en paraísos fiscales
ni saqueé a los pobres con créditos tiranos.
Yo, señor juez, sólo quise vivir
como un hombre, una mujer cualquiera,
que sueña con escribir, aprender a amar mejor que ahora,
que paga su felicidad diaria con monedas que día a día recolecta.
Yo no calculé este sistema que amenaza al hombre y a la Tierra.
Escuche, señor juez, déjeme libre,
sólo quiero tener un cielo en mi cabeza,
un amigo puntual a la hora del café,
vender este trozo de tiempo de mi vida.
Escuche, mi corazón aún no se para,
aún confía en escapar del pecho a la montaña,
todavía se ilumina creyendo que hay alguna esperanza.
OTRA VIDA
Si quieres otra vida hace bien girar en círculos,
calentarse lentamente, cambiar de dirección,
subir escaleras, imitar un pensamiento metafísico,
apaciguar las imágenes, aumentar los horarios de las letras,
borrar el tono facial, olvidar el personaje.
La oscuridad queda escrita en alguna historia.
Debajo de la vida hacen cuerpo las luciérnagas.
Arriba, la boca abre camino y estalla la luz,
los discursos con amigos, alguna vacilación.
No hay iluminados en las cavernas.
Esta es otra vida.
Ninguna comparación.
AUDIOLIBRO
DICEN LOS LECTORES:
Bajando de la colina de tu primera juventud, atravesaste borrascas, cultivaste el amor aprendido en los libros y te entregaste sin paracaídas a la escritura.
Dulce y valiente, guerrera, emprendiste una y otra vez el camino arduo del poema que nunca se resiste a quien le ofrece sus manos y sus horas.
Has sobrevivido para poder vivir, para escribir estos versos y los siguientes sin saber quién acogerá su vuelo.
A la deriva sembraste estas páginas de tinta imborrable.
Cambio de rumbo y las letras siguen su camino.
Y tú, saltando los charcos de intemperie, sigues escribiendo esta historia humana que lleva tu nombre.
Desde este lado del cristal se puede soñar.
Este océano es también tu vida y tú, mujer agradecida que no zozobra,
ofreciendo sin miramientos
tu propia luz.
Claire Deloupy – Poeta y Traductora