EL DUELO, EL LUTO , DECIR ADIÓS

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EL DUELO, EL LUTO , DECIR ADIÓS
EL DUELO, EL LUTO , DECIR ADIÓS
No cierres tus ventanas, expande tu verde amor por el espacio, remueve las aguas y grítale a los peces que tú no has muerto. Las llaves permanecen cerrando los ojos, pero tus pies quieren bailar, salir de la tumba a la que te lleva el muerto. Ese cadáver ayer estaba vivo, la mesa ha quedado puesta y sin comanda, ¿a dónde vas tú?
Hoy hablamos de la mortalidad, del proceso de duelo o cómo nos despedimos de aquellos que han muerto, cómo nos afecta, ¿es necesario dolerse de la pérdida?
Para Tomás de Aquino la muerte representaba el fin de la vida y por tanto “La más grande de las desgracias humanas”. Hegel defendía que la muerte es una liberación del espíritu que está encerrado en la naturaleza. Mientras que para Platón y Sócrates la filosofía era un instrumento para aprender a separar el alma del cuerpo ya que al morir el alma perdura.
El humano, quiera o no, se ha tenido y tiene que enfrentar a ese trago amargo o no, según se mire, pero lo cierto es que somos mortales y algún día…
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DISTINTAS FORMAS CULTURALES DE AFRONTAR LA MUERTE
MÉXICO
Una de las celebraciones más conocidas de México en el mundo es el Día de los Muertos. Durante estas fechas, se realizan desfiles con personas engalanadas y disfrazadas, como aquellas que van pintadas de catrinas, se preparan los Altares de Muertos, se visita el cementerio para comer y beber junto a las tumbas de los difuntos, se elaboran decoraciones como las calaveras pintadas y se preparan recetas especiales como el Pan de Muerto. En definitiva, se celebra la vida del que se fue y se procura que, año tras año, perviva en el recuerdo de sus familiares y amigos con alegría.

BOLIVIA
En Bolivia, el 1 y el 2 de noviembre se visitan los cementerios y se viven jornadas más o menos similares al resto de países de tradición católica. Sin embargo, una semana después, el 8 de noviembre, se celebra el Día de los Cráneos, también conocido como el día de la festividad de las Ñatitas.Según las tradiciones andinas, cada uno de los seres humanos posee siete almas que, al morir, van a parar sitios diferentes. Pero, entre todas ellas, hay una que permanece en el cráneo del difunto, y es la que puede visitar a los vivos para protegerlos a través de los sueños. Ese es el motivo por el que atesoran cráneos en sus casas, colocándolos en vitrinas o en altares. Algunos han pasado de generación en generación dentro de una misma familia; otros son obtenidos profanando los camposantos; y algunos son un regalo de familiares o amigos. Es habitual presentarles ofrendas, como bebidas, cigarrillos y hojas de coca, se convierten en el invitado de honor durante la celebración en la casa.
CHINA
El Festival de los Fantasmas Hambrientos es la fiesta con la que se celebra en China la muerte y el encuentro de las ánimas de los difuntos con los seres vivos, durante el decimoquinto día del séptimo mes del calendario lunar, que normalmente cae por el 15 de agosto. Se cree que durante este periodo los fantasmas andan vagando por las calles desconsolados y hambrientos, por los que se les dan ofrendas y se llenan los altares con fotografías y recuerdos de los difuntos, velas e incienso, e incluso se quema dinero en su honor. Frente a estos altares, los vivos se arrodillan y hablan con ellos, contándoles qué es lo que han hecho durante el último año.Los festejos tienen lugar durante 15 días, en los que se suceden diversos rituales. La última de las noches es el momento más especial, puesto que para que los espíritus puedan volver a su casa, se colocan numerosas lámparas de agua, denominadas hedeng, por las calles, lagos y estanques. Se hace para alumbrarles el camino. Se considera que el agua es un elemento familiar para los espíritus, puesto que se asemeja a las tinieblas por las que se mueven en el inframundo.

ESPAÑA
Desde tiempos antiguos, la religión ha desempeñado un papel central en las prácticas funerarias. En España durante la Época Romana, se practicaban rituales funerarios que incluían la cremación o la inhumación. Con la llegada del Cristianismo, la forma en que se llevaban a cabo los funerales experimentó cambios significativos. La creencia en la resurrección y la vida después de la muerte influyó en la forma en que se honraba a los difuntos, con un énfasis en la oración, el entierro y el culto a los santos.
El período de luto y duelo después de la muerte de un ser querido era una parte importante de los rituales funerarios. Durante este tiempo, los familiares y amigos del difunto vestían prendas de luto y no participaban en actividades sociales y festivas. El duelo podía durar varios meses o incluso años, dependiendo del grado de parentesco y la posición social del difunto. De hecho, el protocolo en caso de muerte fue impuesto por los Reyes Católicos. Ellos fueron los primeros en asociar el color negro con el luto, ya que antes se vestía de blanco en estas ocasiones. También establecieron que los entierros debían realizarse de la forma más discreta posible, sin exceso de llantos y gritos. Pero el duelo de los Reyes Católicos imponía condiciones tan estrictas que el Concilio de Toledo lo desaprobó, y fue Felipe V quien definió un nuevo protocolo.
Ante la muerte del esposo o la esposa, así como de los hijos, el riguroso luto duraba dos años; un año para los padres y seis meses para hermanos y abuelos. Pasado este tiempo, se pasaba al “medio luto”, y el color negro daba paso a colores como el gris o el malva.
Es importante destacar, e increíble de creer desde nuestra perspectiva actual, que las mujeres que perdían a su esposo debían obligatoriamente vestir de negro de pies a cabeza, incluida la ropa interior, los accesorios y las joyas.
Una costumbre curiosa en España eran las plañideras, mujeres que se contrataban para llorar en los entierros y que daban un toque especial a un funeral.
EL MUERTO ALEGRE
En una tierra fértil y llena de caracoles
Quiero cavar yo mismo una fosa profunda,
Donde pueda a mis anchas tender mis viejos huesos
Y dormir en el olvido como un tiburón en el agua.Odio los testamentos y odio las tumbas;
Antes de implorar una lágrima del mundo,
Vivo, preferiría invitar a los cuervos
A sangrar todos los trozos de mi inmunda carcasa.¡Oh gusanos! Negros compañeros sin oreja y sin ojos,
Viene hacia vosotros un muerto libre y alegre;
Filósofos vividores, hijos de la podredumbre,A través de mi ruina pasearos pues sin remordimientos,
Y ¡decidme si queda aún alguna tortura
Para este viejo cuerpo sin alma y muerto entre los muertos!CHARLES BAUDELAIRE. TRADUCCIÓN CLAIRE DELOUPY

¿Quién se quiere morir? ¡Nadie! Ni el suicida desea su propia desaparición, ya lo ha investigado el psicoanálisis. En el aparato psíquico no hay representación de la propia muerte, así todos los trastornos tienen, de una forma u otra, relación con la negación de ese límite a la vida, un límite que organiza la vida, podemos decir. Es porque un día moriremos que hemos nacido, pues no somos seres inmortales, por eso es importante para las personas ocuparse de su deseo, de sus acciones, de sus relaciones. Por eso cuando una persona manifiesta escaso interés por la vida, cuando no manifiesta placer por las actividades que antes le resultaban placenteras, cuando no puede superar una pérdida amorosa, un proyecto fracasado… cuando pasado el tiempo no consigue sustituir y siente el mismo dolor que el primer día, ahí estamos ante un proceso patológico, ahí es necesario ir al psicoanalista.
En general, pese a esa dificultad a incorporar los finales, los humanos estamos capacitados para sustituir, es decir, superar la muerte de un ser querido, superar un amor que ya no está… Lo doloroso de esa pérdida no es el objeto perdido en sí, es el trabajo que supone para nuestro aparato psíquico retirar la libido que habíamos puesto en ese amor, en esa vida que hacíamos y ponerla en otra cosa.
Porque el adiós no llega la noche del vestido
nuevo y los cerrojos.
Ni el momento en que la luz y las hendijas
escogen el arma
para la certera indiscreción del duelo.
El adiós llega la noche en que uno dice “irremediable”.
La tarde en que uno piensa “inseparable”.
El día en que un llora para siempre!Extracto de TRÍPTICO DEL ADIÓS, de Emilia Ayarza
Freud estudió el proceso melancólico, proceso patológico, en comparación con el duelo, un proceso normal, y encontró diferencias importantes:
- En el duelo nunca hay pérdida del amor propio.
- Transcurrido un periodo máximo de 2 años no hay más duelo. El dolor o la tristeza que sentía ante la pérdida va disminuyendo, no siente lo mismo cuando se produce que después. Si sientes con la misma intensidad, no es un duelo normal.
- En el duelo el sujeto sabe lo que ha perdido, en la depresión no, o no reconoce el dolor que siente con la pérdida experimentada, no está justificado.
El melancólico no puede sustituir. El duelo: se murió el ser querido y yo puedo creer que todo es gris, la realidad es gris, todo es gris, pero la vida me va mostrando que el objeto amado no está en la realidad, no está en la realidad, no está en la realidad y entonces yo voy aceptando.
La enfermedad psíquica no existe bajo el control de la conciencia, es decir, que todo aquello que yo puedo pensar no me puede enfermar; para que haya enfermedad psíquica tenemos que aceptar la presencia del inconsciente.
El estado melancólico puede desencadenarse no sólo frente a la pérdida del objeto querido, sino también frente a la no coincidencia de lo que quiero del objeto. Cada vez que estoy en desacuerdo con el objeto amoroso puedo producir una melancolía. NO todos los objetos perdidos producen melancolía. No puede abandonar la relación con el objeto amado aunque ya no esté porque hay algo del objeto amado que puso el yo del sujeto, por eso se introyecta al objeto en lugar de perderlo, pierde una parte de su yo para no modificar su elección narcisista.
La melancolía se parece al duelo pero en el duelo suele ganar la realidad, que demanda que la libido abandone sus ligaduras con el objeto perdido. El duelo no produce pérdida en el yo del sujeto.
- El duelo tiene que ver con una pérdida real, objeto o ideal.
- La melancolía con un objeto inconsciente que pierde del orden de lo sexual.
- La tristeza tiene que ver con la mortalidad. Soy mortal, después de esa frase viene la tristeza.
No es normal ponerse a llorar por alguien que se muere. Está la elaboración maníaca del duelo que también es neurótica. No es otra cosa que mi propia muerte lo que se me anuncia en la muerte del otro, no es otra cosa que el límite material a mi materia lo que se me anuncia cuando pierdo una cosa o persona o una representación de persona o cosa.
El duelo es producto de deseos inconscientes no interpretados.
LA ESPERANZA
Alegría, hoja verde…
Pablo NerudaSigue, sigue subiendo. Falta poco…
Vicente AleixandreTodo el acoso triste del invierno,
toda la destrucción de la ceniza
no son bastante. Tierra dura y seca
la hace crecer con mineral espina.Los dulces desencantos del otoño
con su mano no logran recubrirla
ni contagiarle su tristeza áurea,
su hermosura marchita.Florece entre la más amarga tierra,
la primavera está en su raíz misma,
surge del vivo hierro, de la roca
humana y silenciosamente viva.De unas manos de tierra y piedra nace,
de unos huesos sufridos, de una mina
de llanto. No es azul de cielo; sólo
gris de terrón y sangre endurecida.Es así de difícil la esperanza
así de seca su belleza, ortiga
irreductible, violenta, pura
como la luz solar del primer día.Como la luz del primer día, llena
el corazón del hombre. Está, sufrida
y maltratada, en cada uno
de nosotros haciéndose continua.Haciéndose continua herencia y pluma
áspera para el ala de la vida,
pluma para las alas que nos tienen
en vilo todavía.Hay que ganarse la esperanza. Es duro
ganarse la esperanza, hijo. Mírala
entre los ojos de estas gentes, sobre
sus fatigadas frentes afligidas.Ve la esperanza, hijo, en esas manos
de jornalera y requemada arcilla,
en esos dorsos que se comban, esos
hombros que el tiempo lentamente izan.Mírala florecer entre las máquinas
sucia de grasa y hambre, entre la tinta
del libro; hacerse luz en los pinceles;
música que la música aproxima.Escúchala, en la voz de los poetas
más altos que nos hablan: “Alegría,
hoja verde caída en la ventana…”
“Sigue, sigue subiendo. Falta poco. Es la vida…”.Hijo, es la vida. Sí. Seguir subiendo
y abrir nuestra ventana cada día
y que una hoja siempre nueva y verde
nos dé en el corazón, hermosa y limpia.
LEOPOLDO DE LUIS