INTRODUCCIÓN A LA PSICOSOMÁTICA
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INTRODUCCIÓN A LA PSICOSOMÁTICA
INTRODUCCIÓN A LA PSICOSOMÁTICA
¡Hola!
Volvemos a encontrarnos en el camino del psicoanálisis, la salud y el bienestar de las personas. Hoy voy a proponerles hablar de una temática algo completa, pero no por ello menos interesante, una introducción a la psicosomática, esto es, a esos trastornos que padecen muchas personas, enfermedades graves, incapacitantes, que suelen cursar en brotes, y para las que la medicina, hasta ahora, se había sentido bastante impotente por no conocer la etiología de las mismas, por lo que planteaba y plantea tratamientos meramente paliativos de los síntomas.
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Frente a los conflictos y traumas individuales y universales, por el displacer psíquico y para evitar la continua repetición de la angustia, el hombre es capaz de producir una neurosis, una psicosis, una perversión sexual, sueños, obras de arte y, también, enfermedades psicosomáticas. Creaciones psíquicas todas ellas que no tienen el mismo valor, ya sea por su eficacia o ante los ojos de la sociedad, sin embargo, todas han sido producidas con los mismos fines: mantenerse en vida, realizarse en los planos pulsional y narcisista, conservando así intacta la personalidad construida, esa fortaleza psíquica de la que apenas se es consciente, puesto que se ha habitado en ella, casi desde siempre.
No es la Medicina la disciplina a la que debamos pedir una comprensión de la estructura psíquica que sustenta los padecimientos orgánicos, es el Psicoanálisis el que ha de estudiar y tratar la implicación del deseo psíquico en los procesos de enfermedad donde, de un modo u otro, está implicado el propio cuerpo.
Estar enfermo no es un ser, porque si no el paciente termina siendo la enfermedad; es un nefrópata, es un cardiópata… Nuestra posición frente a la salud y la enfermedad es que los aspectos psíquicos del paciente son más importantes que el propio soporte biológico. Según la concepción que uno tenga de una enfermedad, así será su práctica con respecto a ella. Hay infinidad de enfermedades orgánicas en las que es muy probable que el psicoanálisis no tenga nada que decir, afortunadamente la medicina cada día ofrece para esas enfermedades tratamientos más eficaces. Pero hay otras enfermedades que caen, como vamos a ver, en el territorio del tratamiento psíquico y ahí es donde tiene especial protagonismo el psicoanálisis, aunque también esos pacientes reciban atención médica para sus padecimientos.
La idea de que lo psíquico interviene en el desarrollo de la enfermedad se puede leer desde los inicios de la medicina. Hay muchas descripciones en la historia de la medicina que señalan el origen psíquico de la enfermedad, por ejemplo Morgagni (1682-1771) habla de una diarrea debida al nerviosismo, Trousseau (1801-1867) insiste en el origen nervioso del hipotiroidismo, además era asmático y analizó sobre él mismo el papel que jugaba el alérgeno en el desarrollo de sus crisis de asma. Heinroth, internista y psiquiatra, introduce los términos psicosomática (1818) y somatopsíquica (1828). Pero para situar el comienzo de la medicina psicosomática tendríamos que considerar la produción de Sigmund Freud a comienzos del siglo XX, desde la producción del texto La interpretación de los sueños podemos leer los antecedentes o la prehistoria de la medicina psicosomática. Los Estudios sobre la histeria (Freud 1895) pueden ser considerados un hito en el desarrollo de la medicina psicosomática, puesto que en ello se empieza a trabajar teóricamente la relación de lo psíquico con lo somático.

Si bien el término psicosomática como tal no aparece en la obra de Freud, esta cuestión la podemos trabajar en los textos freudianos desde el inicio de su obra cuando distingue entre neurosis actuales (neurosis de angustia, neurastenia, hipocondría) y neurosis de transferencia (histeria, fobia y neurosis obsesiva). Poder diferenciar la histeria, la enfermedad psicosomática y la enfermedad orgánica es fundamental para la escucha del profesional de la salud.
La Medicina considera enfermedad orgánica a un conjunto de síntomas que responden a una etiología concreta, es decir, que tienen una causa aislable (por ejemplo, un germen), o que siendo de causa desconocida, producen una lesión orgánica objetivable. Además excluye de la enfermedad orgánica todo aquello que considera de causa psíquica o psicógena (vértigo psicógeno, prurito o picor psicógeno, síncope psicógeno, etc.
El psicoanális ha descubierto que la estructura que precede a las enfermedades psicosomáticas, sería la de la neurosis actual. El neurótico actual no es todavía un psicosomático, pero comparte con él muchas características clínicas. Es tan insoportable para el neurótico de angustia la fijación libidinal característica de esta estructura, que con tal de movilizar la libido, se posiciona en otra estructura, la estructura psicosomática.
En las psiconeurosis se reprime la sexualidad, consiguiendo una satisfacción sustitutiva, reprime la sexualidad oral, anal, escópica o invocante, en cambio en las neurosis actuales se reprime la función sexual, es decir la pulsión, quedando fuente y objeto sin separación.
Los síntomas psicosomáticos no pueden ser analíticamente descompuestos, como los psiconeuróticos, por eso que denominarlos fenómenos psicosomáticos nos aleja de pensarlos como síntoma, es decir como metáfora del sujeto o como una forma de satisfacción libidinal.
La histeria es una de las estructuras más estudiadas por Freud, en ella el mecanismo de la conversión es central en la formación de síntomas somáticos, el cuerpo es en la histeria el escenario de representación de una situación psíquica, el síntoma es la actuación de una frase. Por ejemplo, en lugar de pronunciar: “No puedo dar un paso más en mis propósitos”, el paciente histérico hace una parálisis o una alteración de la deambulación, de tal manera que efectivamente, no puede dar un paso más.

El afecto, la pulsión, no se puede reprimir. El afecto siempre va a ser el verdadero, la representación es la que se reprime y el afecto entonces se une a otra representación distinta a la original. En la histeria el desarrollo de afecto se paraliza, el montante de afecto se deriva por vía somática por la conversión. Se produce la “bella indiferencia”, ha desaparecido totalmente el afecto. La represión es lograda porque he conseguido detener el desarrollo de afecto, es fallido en tanto hay síntoma. La formación de sustitutivos tiene que ver con que la represión necesita una contracarga, hay una atracción de lo inconsciente y por otra parte está la contracarga del sistema consciente que impide el acceso a la conciencia.
La enfermedad psicosomática es del orden del afecto trasladado al cuerpo. No es del orden de la palabra. El psicosomático nos enseña que psique y soma no se pueden separar aunque se distingan. El psicosomático es el ejemplo vivo de que separarlos, enferma. En condiciones normales, debido a esta imposibilidad de separar lo psíquico de lo somático, todo estímulo que llegue al aparato, sea este psíquico o somático, debe ser elaborado por ambas vías: psíquica y somática. El psicosomático padece de una dificultad de elaborar por vía psíquica, para él pensar es doloroso. Es incapaz de simbolizar, tiende a resolver lo somático por vía somática. Una forma de manifestación de la neurosis de angustia puede ser una taquicardia, pero esta será siempre funcional, no habrá lesión cardíaca establecida. En la enfermedad psicosomática, hay sin embargo, generalmente, lesión estructural.
El neurótico de angustia, y el psicosomático están afectados a nivel de la economía del goce. Las neurosis actuales, están vehiculizadas, como la psicosomática, por el sistema nervioso autónomo, sistema que regula las funciones de los órganos internos, a diferencia de la histeria, que estaría vehiculizada por el sistema nervioso somático que regula los órganos de relación con el exterior: la sensibilidad y la motricidad. Esto no es casual, ya que el goce en el psicosomático siempre es autoerótico, consigo mismo, mientras que el discurso en la histeria, incluye siempre al otro, lo exterior al sujeto
Mientras que en la histeria hay un desplazamiento de la fuente erógena, en tanto la zona del cuerpo afectada es una zona histerógena, una zona erogenizada, en el psicosomático hay una fusión de fuente y objeto en el propio cuerpo del sujeto.
La neurosis de angustia, una de las tres neurosis actuales, puede preceder a una enfermedad psicosomática, pero mientras que en la primera la lesión es funcional, como hemos dicho antes, en la segunda será estructural, en las enfermedades psicosomáticos sí hay lesión del órgano, por eso su gravedad. En la enfermedad psicosomática es muy característico el curso en brotes de reagudización y remisiones (úlcera, el asma…), la afectación es intermitente. Ejemplos de enfermedades psicosomáticas: lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide, síndrome de colon irritable, la fibromialgia, la psoriasis, el eccema, etc. La enfermedad orgánica no suele cursar en brotes, la afectación es más permanente.
En la histeria, a diferencia de las dos anteriores, la lesión es funcional, no hay lesión orgánica establecida y la restitución con tratamiento psicoanalítico es ad integrum. Los síntomas neuróticos y los psicóticos se pueden estudiar con el modelo del trabajo del sueño, hay mecanismo psíquico: condensación, desplazamiento. Se puede plantear que hay realización de deseos en el síntoma, igual que en el sueño.
Para el paciente psicosomático, existe una dificultad en transformar los hechos, en hechos psíquicos, como hemos dicho. Un cuerpo que más que habitar el lenguaje, desde donde responder con la función de la palabra, es un cuerpo que responde con descargas desde el sistema neurovegetativo. Así el psicosomático, no llora, sino que tiene un ataque de asma, no expresa su cólera, sino que se transforma en un hipertenso.
Decimos del psicosomático que es el lenguaje sin pulsión, que niega lo psíquico, niega toda la pulsión. Toda la cuestión pulsional está jugada en una fase muy primitiva, en la fase del espejo, es anterior a la palabra. Cuál es la estructura que sostiene esa enfermedad ese síntoma, ese hábito, eso ya es trabajo de interpretación y es algo que se va a construir en análisis, no está antes, entonces también hay la diferencia del diagnóstico en medicina y psicoanálisis. En psicoanálisis el diagnóstico se va construyendo al mismo tiempo del tratamiento.
¿El cuerpo para el psicoanálisis? Paradójicamente es algo con lo que no se nace. Es algo del orden de la construcción. Lo viviente no es el cuerpo. El lenguaje nos atribuye un cuerpo y después al unificarlo nos permite usufructuarlo. El cuerpo debe vaciarse de goce, su persistencia como goce de la cosa, nos asegura la enfermedad.
No cualquiera se puede enfermar de cualquier enfermedad. Lo que tradicionalmente se ha llamado predisposición se ve luego, cuando se ha producido la enfermedad no antes. Nos quieren convencer de que el pasado determina el futuro, pero el psicoanálisis ha mostrado que el tiempo del sujeto es otro tiempo, es el futuro anterior, es decir, que es desde el efecto que podemos reconstruir las causas, es desde la enfermedad que podemos reconstruir en ese sujeto cómo ha sido el proceso etiológico de producción de esa enfermedad y esa concepción cambia la forma de abordar el tratamiento de las enfermedades.
El lugar que ocupo en el lenguaje como significante me da el lugar que ocupo en el mundo, esto hace surgir la función del deseo como tensión temporal que impulsa al sujeto siempre hacia la muerte por el camino más largo. Para el psicoanálisis el cuerpo es otra otra cuestión no es el cuerpo biológico que queda para la medicina sino que es un cuerpo que está extendido entre dos personas que van a ser el psicoanalista y el psicoanalizado porque va a ser un cuerpo de palabras. Con el psicoanálisis ya no es un cuerpo solo sino que va a entrar en una relación transferencial no que va a dar paso a una palabra que va a modificar toda esa palabra más modificar ese cuerpo real.
Sólo si pensamos al enfermo como un sujeto con procesos inconscientes podemos escucharlo más allá de lo que manifiesta.
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