LOS SACRIFICIOS Y CÓMO AFECTAN A LAS RELACIONES DE PAREJA

LOS SACRIFICIOS Y CÓMO AFECTAN A LAS RELACIONES DE PAREJA

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LOS SACRIFICIOS Y CÓMO AFECTAN A LAS RELACIONES DE PAREJA

Hoy en nuestro espacio Hablamos de psicoanálisis vamos a hablar de las relaciones de pareja, en concreto de los sacrificios y sus consecuencias en la relación.

Para comenzar me serviré de la poesía y sus enseñanzas:

DAME TU PAN

Dame tu pan y mi alegría
era ser tu pan.
Dame tu leche y mi alegría
era darte mi leche.
Dame tu carne y mi alegría
era darte mi cuerpo.
Dame tu sangre
y tuvimos hijos.
Dame tu pensamiento
y te pensaba.
Dame tu alma
y yo te contaba mis sueños.
Dame tu pan
tu libertad
tu pensamiento
y yo te dedicaba poesías.

Dame tu leche amor
dame tu leche y mi alegría
era darte mi carne y mi sangre
y te contaba mis sueños.

Dame tu placer
y yo te pedía tu libertad.
Dame mi libertad y yo
te preguntaba por el placer.

Dame tu ser tu propio ser
el verdadero y yo
me puse en cuatro patas.
Dame tu yo
ese que no te sirve para nada.
Entonces yo te dije
amor mío
devuélvemelo todo
yo no puedo.

MIGUEL OSCAR MENASSA

Yo no puedo, dice el poeta, pero cuando decimos eso en una relación de pareja el otro escucha: “no te amo”, “yo no quiero”, “no te doy lo que me pides”. El otro nos pone en la posición de no querer dar lo que pide, no amarlo lo suficiente, entiende el amor como un sacrificio, una entrega completa a esa relación que debe serlo todo.

El hombre ama y odia como hace cuatro mil años, dijo el poeta y psicoanalista Miguel Oscar Menassa cuando hablaba de las relaciones de pareja, el amor es una cosa de la especie, algo de la reproducción, algo de lo que ninguno de nosotros podemos librarnos. De esa determinación de la especie de amar a otra personas, emparejarnos y reproducirnos a considerar la exclusividad del amor, ser el uno del otro, no poder amar a nadie más ni a nada más, es otra cosa.

Muchas parejas logran una adecuada combinación de amor y tolerancia, convivencia y discreción, se siguen hablando a lo largo de los años, mantienen su deseo el uno por el otro y han aprendido a respetar ciertos límites en su relación con la otra persona, dejarle vivir, pues todos necesitamos algo más que el amor para nuestro desarrollo personal, ahí entran los amigos, las aficiones, las ambiciones profesionales, tal vez otros amores… Es cierto que la pareja no tolera el engaño, no podemos ir contándole todo a nuestra pareja, decirle “mira cómo me lo pasé ayer con mis amigas”, “cómo me hizo gozar fulanita”, “me divertí muchísimo con Antoñita”… Es un error contarle a nuestra pareja nuestro día a día, a la larga lo que hacemos es reducir nuestra vida para no incomodar a nuestra pareja, para que no se meta, para que no opine y nos caliente la cabeza con sus celos. Acabamos tratando a la pareja como si fuera nuestra madre y nosotros unos niños, queriendo estar todo el día juntos, ser uña y carne y saber todo del otro. Es un gran error. Ese no es el éxito de una relación de pareja. Al final un día uno no aguanta más esa cárcel y rompe la relación para poder hacer lo que quiere, para poder tener una vida propia.

Cuando estoy con otra persona, no estoy engañando a nadie, estoy con otra persona. Además, estoy con otra persona y nadie se va a enterar que estoy con otra persona, o ustedes cuentan todo a todo el mundo. Hay que aprender a sumar. Está mal estar sometido a la pareja, eso no es estar en pareja, eso es estar enfermo y usar la relación de pareja como excusa de tu neurosis o tus perversiones. Hay que recomendar psicoanálisis en estos casos.

El delirio de muchas parejas o de muchos miembros de la pareja es que amarse es sinónimo de “sacrificarse”, hoy por ti y mañana por mí. Y así tengo que hacer lo que a ti te gusta y luego tú tienes que hacer lo que a mí me gusta, aunque a cada uno le apetezca hacer otra cosa o con otras personas. Querer hacerlo todo juntos, entender que la vida en pareja es ser una unidad, abandonarse a uno mismo, querer lo que el otro quiere. De este modo llegan parejas a terapia agobiadas por discusiones, comparativas, “yo hice esto por ti y tú no haces esto por mí”… Una tensión palpable donde si no se modifica el discurso, la posición de los miembros de la pareja, alguno terminará por romper la baraja, ya sea con un engaño, con una ruptura, con un grito donde pida salvación, “déjame existir”.

Una pareja es un conjunto de dos personas, es decir, una nueva producción donde se conjugan ideologías diferentes, donde a veces chocan dos familias de origen y sus respectivas costumbres, maneras de vivir y que, en muchas ocasiones, asfixian esa novedad que tendría que producirse en esa nueva producción que están llevando a cabo esas dos personas que tendrán que establecer sus propios límites, sus propias costumbres compartidas, sus propios secretos para seguir manteniendo la llama del deseo. Y es que deseamos deseos y las personas somos portadoras de esos deseos, por eso que cuando nuestro deseo queda reducido a hacer que la otra persona haga todo lo que uno quiera que haga, el otro se encuentra no con alguien deseante, sino con alguien empeñado en que no desees, en acabar literalmente contigo.

Para seguir queriendo estar con el otro es fundamental gozar, uno se va quedando con las personas con las que goza y si tu pareja te corta todo aquello que te hace gozar, si te quiere controlar, decirte lo que puedes y no puedes hacer, cómo tienes o no tienes que ser, eso no lo aguanta nadie. Si cuando te conoció te conoció con tus amistades, tus aficiones, tus relaciones, ¿por qué ahora se mete y te dice que no vayas con ellos, lo que puedes o no puedes decirles, lo que puedes o no puedes hacer? Huye de quien en aras del amor quiere destruir la persona que eres. Quien bien te ama te sabe respetar, te sabe esperar, se alegra con tus alegrías, te acompaña en tus dolores, respeta tu intimida y se siente dichoso/a cuando vuelves a su lado.

EL SACRIFICIO

Es este el sacrificio:
amar; oír las voces
de los amados seres
que habitan en nosotros.
Sentir cómo se mueven
con un rumor inmenso
de mares y de bosques.
Mirar sus ojos claros
y sus cabellos puros.
Tocar los mismos árboles
y ver cómo se esconden
idénticos crepúsculos
en almas paralelas.
Saber que si una tarde
divina los hallamos,
seremos de su sombra
las lámparas de bronce.

Oír que nos imploran:
escúchanos y síguenos.
Por nuestra sangre corre
magnífica la vida.
Somos la misma vida.
Nuestro calor es llama
de cumbres y de soles.
La tierra es una imagen
de nuestra semejanza.
Las cosas florecieron
como nuestra virtud.
El musgo de las piedras
cayó de nuestro sueño,
y el agua de los ríos
descansa en nuestro amor.

Y, sin embargo, firmes
en nuestro sacrificio,
cerrar a cal y canto
los ojos y los tímpanos.
No oír jamás las voces
de los amados seres
que habitan en nosotros,
ni ver cómo se mueven
con un rumor inmenso
de mares y de bosques.
Saber que no seremos
el polvo de sus plantas;
la sal de su amargura
ni el goce de sus goces.

Cerrar a cal y canto
los ojos y los tímpanos.
Dejar en nuestro pecho
las manos, cual cerrojos
que guardan un abismo,
y atar a nuestros labios
las iras y las voces.
Bajar hasta unas lágrimas
por un camino lleno
de azules amapolas.
Llevar sobre las sienes
el signo de los mártires.
Beber de unos dorados
esteros que no existen.
Vestir aquella túnica
de la creciente nube.
Y así, con un silencio
de estrellas y de símbolos,
por diáfanas mesetas
y montes de zafiro,
andar hacia las cúpulas
de nuestra claridad,
que están brillando, inmóviles.

GERMÁN PARDO GARCÍA

Para terminar, díganle a su pareja, cuando no les deje cambiar de opinión, cuando no les deja cambiar y usan el cambio como indicador de desamor, que todo el mundo cambia de opinión, que todo el mundo cambia, que es normal y saludable cambiar, que nadie puede o debe obligar a nadie a nada. Que las cosas cuando se hacen con deseo se hacen mejor y se disfrutan y es la cosa más bella del mundo gozar y compartir tu goce y alegría con los demás, no sólo con tu pareja. Ya lo dijo Menassa en su aforismo:

No me deja crecer, me quiere asesinar, me mantiene en palabras anteriores.

No se dejen asesinar, mejor pónganse a conversar, aprender a conversar tranquilamente, eso enseña el amor.

Gracias.

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